domingo, 22 de diciembre de 2013

Voy a intentarlo

Voy a intentarlo. Te has equivocado, has empezado a medias y te has equivocado. Aquí, en éste mundo, un mundo donde lo malo afecta y lo bueno nunca llega, no valen las medias tintas. Aquí, en este mundo, la lava te helará los huesos y la nieve calcinará tu piel. Muerde con fuerza, asfixia lo que deseas. No te quedes a medias porque en este mundo, de reyes y emperadores, el sol te dará cáncer, nublará tu juicio y obviaras los detalles. Escribe en prosa o en verso pero escribe con sangre. Repítete que en este mundo, donde la ceniza es polvo y nada renace, apretarán el gatillo contra lo que ames. El vapor de tus lágrimas empañaran el rostro en el espejo, la condena será eterna y las cadenas, de arena. Deja pasar el tiempo, en este mundo de torres y pirámides, y el hambre te devorará por dentro. Agárrate con fuerza, tirano, descubre lo que es mundo y lo que está al alcance de tu mano. Abandonas porque lo has intentado, es tu día y lo has desaprovechado. Miras con melancolía éste mundo mientras, desde tu campo de almas segadas, susurras al de al lado los dolores que te han causado. Sangran cicatrices que se han cerrado, lames, ausente, tu cuerpo desgarrado.

Soslaya con alergia y alegría la muerte de mentes con los ojos cerrados en éste mundo, donde el intento llega sin esfuerzo y la devoción muere por sacrilegio.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Metodología del dolor

El puto dolor. Ese fantasma hogareño y asilvestrado que nos agarra por los hombros, a nuestras espaldas, desgarrándonos la carne con sus enormes y afiladas garras. Ese peso invisible que aparece tras las palabras y justo antes de las primeras lágrimas, ese que nos pone de rodillas y doblega nuestra voluntad. Sentimos como nos molestan los latidos de nuestro propio corazón que, a pesar de nuestros deseos, insiste en mantenernos vivos, contrayéndose una y otra vez, forzándonos a sentir el escozor de nuestros hombros desgarrados, de nuestras espaldas rotas por el opresor peso que el mismo Dios, por orden de Satán u obedeciendo a su innata crueldad, ha soltado sobre nosotros.

Nuestra faringe y laringe se ponen de acuerdo en abrazarse y formar un nudo de proporciones épicas en nuestra garganta, inmovilizando el ruido que pronunciamos tras la voluntad de hablar, ni un puto: "eh, espera". Es entonces, cuando crees que has tenido suficiente, cuando nuestro ordenador principal, refugiado tras un humilde cráneo que piensa que debe proteger al cerebro de las amenazas exteriores, sufre el peor de los golpes. La coherencia que creemos poseer se desvanece en un magistral truco de magia sin humo ni efectos especiales. Acaba de realizar el mejor de los escapismos. Nos quedamos solos, sin respuesta, en un umbral en el que pensamos que estamos más muertos que vivos, decidimos creer que hemos dejado de existir, de sentir, cuando estamos sintiendo con toda intensidad.

"Parece un sueño" pensamos, y entonces nos dejamos llevar. Cuando nuestro pecho ha dejado de arder y somos capaces de respirar, en ese momento encontramos paz, todo duele pero ya no puede doler más. Creemos poder recordar qué nos ha llevado a ese momento, si es nuestro hijo que ha muerto, si hemos perdido nuestro trabajo, si hemos perdido al amor de nuestra vida, pero lo único que podemos hacer es escuchar el eco de las palabras de ese fantasma de garras largas y afiladas que nos susurra al oído que la paz ha acabado. Entonces sonreímos, en ese preciso momento una macabra y desaliñada sonrisa se dibuja en nuestro rostro. Hemos abrazado la más absoluta oscuridad, hemos mantenido un mano a mano con nuestros demonios y, mutilados y heridos de gravedad, hemos resurgido de nuestras tinieblas.




lunes, 11 de noviembre de 2013

Cadena perpetua a la más estúpida de las alegrías

A día once de noviembre me he despertado jubiloso y alborotado, tenía ganas de ir a clase, más de las habituales. Medio sonámbulo he entrado en el cuarto de baño y he encendido la luz, me he visto en el espejo, estaba sonriendo. Decidido a ducharme he abierto el grifo del agua caliente y, tras apartarme del gélido chorro que ha intentado atraparme, he esperado paciente a que la temperatura del agua siguiese subiendo. Entonces me he dado cuenta, dónde estaba, qué pasaba.

El resto de la mañana ha sido buena, he llorado de risa, lo he pasado bien. Me siento a comer en el gimnasio y por unos momentos me quedo solo... chás. "Me prometí a mi mismo no ser idiota, ser paciente y realista. Olvídate de todo aquello, seguramente tuvo un buen día o uno horroroso, todo seguirá como siempre, nada va a cambiar. Pero.... ¿y si estuviese ahí fuera a la salida? De pie, parada entre la gente, libre de ataduras. Seguro que se ha vestido para la ocasión y tiene miedo a que la diga que no me gusta. ¿Sabrá que siempre me choca lo bien que la veo? ¿Y si me sonríe cuando salga? ¿La sonrío, la doy dos besos, la mano? No sabría como presentarla, ¿es una amiga? porque no es solo una amiga, ¿lo sabe ella?"
-¿Qué te pasa, feo? - me dicen desde lo que me parecen kilómetros. El mundo parpadea una milésima de segundo.
- Me estaba engañando un momento. -respondo con la ligereza del universo sentenciando mi realidad a la cadena perpetua más larga nunca instaurada.




domingo, 20 de octubre de 2013

Fever

Luchando por no librarme de la fiebre. Estar malo y sufrir fiebre es algo que merece un instante de reflexión. Enseguida tratamos de evitarla, de acuerdo, a determinadas temperaturas es dañina para nuestro organismo pero todos sabemos que es un sistema de defensa, es algo útil y sano, incluso más aún de lo que la gran mayoría cree.
La fiebre hay que saber aprovecharla, sacarla partido, si se tiene la suficiente temperatura nosotros mismos podemos revelarnos secretos que sin ese calor extra seguirían transparentes ante nuestros ojos. Muchos de vosotros no tendréis ni puta idea de lo que hablo y pensareis que deliro a causa de una fiebre que, de momento, no tengo. Probad a no tomaros una pastilla cuando el termómetro amenace con rozar el 37.1 bajo vuestras axilas.

Una vez crecido y dejando atrás alguna que otra experiencia mística producto de una alta fiebre, el ardor que nuestro cuerpo produce en un intento de aniquilar virus o bacterias afina el pensamiento. Efectos secundarios como la hiperactividad puede enturbiar un poco las cosas pero si se es capaz de escuchar lo que se piensa por encima del constante parloteo que mana de los propios labios, Jesús se aparecerá ante vosotros y os ayudará a entender la solución a cualquier problema, para los que no creemos en el hijo de un difuso Dios, podemos imaginar que nuestro coeficiente intelectual ha aumentado a causa de la ebullición que sufre el cerebro por el exceso de calor. Sea como fuere una o dos vendas caen de los ojos y lo ves, lo ves todo. Qué importa, qué no, cómo actuar y cómo enmendar errores que no sabíamos habíamos cometido hasta que la reacción contra la gripe o el catarro nos lo ha confesado.

No es aconsejable "calentarse" por tonterías pero si el cuerpo lo pide dejemos que nos deleite con la sabiduría que siempre hemos poseído.



jueves, 26 de septiembre de 2013

Un tío con suerte

Tienes planes, como siempre. Salís a cenar un sábado por la noche y te has arreglado mucho pero eso no te quita ningún mérito porque estás preciosa, es un tío con suerte. Ojalá fuera él, y no porque siempre haya querido ser alguien que quiere ser negro, ni porque así no sería yo mismo y no estaría tan distante como estoy, sino porque me recuerda a cuando tú y yo empezábamos a salir de incógnito y caminaba a la parada, y en el tiempo que tardabas en llegar intentaba imaginar cómo estarías, y cuando la puerta se abría estabas.... como diez veces más guapa de lo que me había imaginado, y tenía una extraña sensación en el estómago porque me mirabas con mucha esperanza en tus ojos, en vez de ausencia, que es como me miras ahora. Si, es un tío con suerte.



domingo, 8 de septiembre de 2013

Microrelato nº1

Cerré los ojos esperando encontrar un atisbo de vida en mi interior. La oscuridad emergente me subyugaba a creer que jamás podría volver a tenerla entre mis brazos. Las sábanas de seda se transformaban en zarzas cortantes bajo el velo del resentimiento, de todo el dolor y el tormento.

Un beso bajo la luz de la luna, un disparo en la oscuridad.

Un aura de tinta embriagaba mis sentidos, la sangre fluía por el río. No estaba, ella se había ido.

Su voz rasgaba el aire llegando a mis oídos, gemidos de auxilio desgarrando mi mente como papel mojado. Creí adivinar la dirección correcta entre los gigantes de madera que arropaban mis peores pesadillas.
-¡Zach!

El aire escocía en mis fatigados pulmones, mis piernas flaqueaban tras interminables minutos de inútil carrera. No me acercaba, no llegaría a tiempo. Ellie...

Unos metros más adelante el cielo perdía profundidad. Corrí desaforado, angustiado, rezando por la frágil vida de aquél ángel arrancado de mis manos, despojado de sus alas...
-¡Ellie!- grité con la intensidad de mis sentimientos.

Me detuve en seco, congelado. Una luz intensa como el sol emergía tras los arbustos en mi camino.
Indefenso como un espectador retrocedí unos pocos pasos.

Las lágrimas se sucedían en su rostro en un reguero imparable de tristeza y despedida. Caminaba lentamente, atravesando la luz que parecía acompañarla.
-¿Qué coño está pasando? ¿Estás bien?
-Zach...
Era ella, estaba bien, a salvo otra vez.
Me acerqué apresurado, motivado por la incontrolable llama que nacía en mi interior. No se había ido.
Estire mi brazo para acariciar su mejilla.
- Ellie...
Me derrumbé sobre mis rodillas y sentí como mi alma abandonaba mi cuerpo con cada suspiro para huir, presa del dolor.

Pasos toscos y pesados transportaron a Charlie al relato de mi pérdida.
-¿Qué pasa, estás bien?
- Se ha ido Charlie, ya no está.

La noche se cerró sobre nosotros sepultándonos en un baúl de oscuridad y locura.












martes, 23 de julio de 2013

Pensando en voz alta: las leyes que jamás se escribieron.

Hay algo muy extraño en todo esto. Siempre he sido de los que creen que el universo tiene una forma retorcida de expresarse, un sentido del humor sádico y perverso. Nunca te esperas lo que va a suceder, que no sucederá si lo esperas o, tal vez, si suceda si sabes no esperarlo. Un laberinto tan complicado de seguir como un trabalenguas de alto nivel para una lengua inexperta.

Día tras día la vida me demuestra como las coincidencias no existen, que basta con pensar en alguien para recibir noticias suyas por el rabillo del ojo (siempre que no esperes hacerlo, o si). Camino bajo el sol abrasador buscando las sombras para evitar hervir y sonrío, sonrío a las personas que momentos antes habían pasado por mi cabeza y que ahora, sin darse cuenta, pasan ante mi absortos en sus propias ideas y recuerdos sobre esas personas que en breves momentos aparecerán ante ellas. Todos conectados por la red inalámbrica de las fuerzas cósmicas.

¿Qué he venido a decir, a pensar en voz alta para escucharme mejor? Que justo cuando comienzo a entender como funciona todo, el mecanismo que mueve los ejes, la tela que teje los sucesos de un presente que es alcanzado por el pasado, que es siempre evadido por el futuro, algo se me escapa. La maquinaria da un giro de ciento ochenta grados y me mira a los ojos, desafiante. Me pica la curiosidad del por qué, ¿por qué te protege de mi? ¿es, quizá, a mi a quien quiere proteger?

Camino cruzándome con todos vosotros constantemente, ese saludo rápido, esa mirada, esa sonrisa que recibisteis alguno de vosotros ayer, la que recibiréis algún otro cualquier día de estos, hoy mismo. Me cruzo caminando con quienes me importan, con quienes no lo hacen... Y por todo esto pretendo averiguar de forma imposible por qué hace tanto tiempo que no te veo, me importes ese día o no.

Saldré a caminar con la cabeza alta y los ojos bien abiertos buscando, entre multitudes de pensamientos, el único que me importa.

https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=T3Cc7JLFTpM#at=32

martes, 16 de julio de 2013

Crónica roja de un desangrado

El frío plata en su cadera le hace tiritar. Es primero de año y el firmamento lo bendice liberando miles de pequeñas canicas blancas que se van posando sobre el terreno, convirtiendo lo que antes era mundo en una capa gélida y santa.
El dolor ataca con rabia, intentando derribar al hombre que viste de luto. Distintas agujas de distintos tamaños estimulan de forma invisible la superficie de su cerebro. El hombre jura tener al menos una docena de astillas bien asentadas en la zona del cráneo de la que mana sin cese el pegajoso fuego líquido que tiñe la nieve bajo sus pies. 
Mete la mano en el bolsillo interior de su oscuro abrigo y, con dificultad, extrae una cartera de cuero marrón. La abre. Entre sus dedos, el rostro de su esposa y sus dos hijas parecen suplicarle que encuentre el coche lo antes posible, antes de que sea tarde para todos. Entonces, una pequeña peca roja cobra forma en la mejilla de papel de su mujer y, poco a poco, el diámetro de la peca se va ampliando hasta teñir el trío de caras de un rojo oscuro y grumoso, la fotografía pesa cada vez más y más y comienza a doblarse hacia el suelo, perdiendo la rigidez de la que segundos antes había gozado.
Con un elegante descenso digno de reconocimiento, el retrato de su familia se balancea en el aire hasta posarse sobre la nieve roja a los pies del hombre.
El rugido de un motor llega hasta sus oídos. "Un madrugador, estoy salvado". Un minuto, dos, tres.... el ruido mantiene su intensidad y no distingue vehículo en marcha en su campo de visión. "Estoy alucinando, me estoy quedando sin la sangre suficiente para discernir entre lo que es real y lo que no". 
Aquel funerario hombre portador de una Glock 17 con el cargado vacío no atisbaba posibles donantes en las calles y él, en la necesidad de sangre en la nieve como de agua en el desierto, contribuyó en la mayor donación de vida líquida que nadie haya proporcionado a la navidad.

sábado, 22 de junio de 2013

Extracto de Lluviosa Nueva York en Lluviosa Nueva York.

Y las palabras iban acompañadas del sonido de la máquina de escribir. Letra por letra, significado por significado. Mi vida por la tuya.
Era el momento de utilizar la balanza, de pesar el valor que me había llevado hasta allí, de medir el miedo que me había empujado a buscar hasta encontrarte. El miedo a perderte.
Estaba oscuro y un metálico engranaje rugía desde el corazón de las tinieblas. Una espesa nube en forma de humo de maquinaria limitaba mi visión. Mis pasos eran torpes y mi corazón estaba desbocado, mi cabeza desquiciada. Ya era tarde, estaba seguro.
Juegos de luces y sombras, repentinos relámpagos que chocaban contra los cristales de todas las ventanas de aquella vieja fábrica abandonada.
Ríos de depresión corrían por las calles, el repiqueteo constante de las gotas contra el metálico  techo me ponía aun más alerta.
El lugar comenzó a venirse abajo, la estructura cedió a causa del peso del agua que se había ido acumulando sobre la fábrica y las vigas empezaron a desplomarse. Tenía que darme prisa.
Entre escombros que trataban de sepultarme, corrí sin mirar atrás. Entonces les vi a los dos. Estaba harto de preguntar, de jugármela, estaba cansado de recibir una detrás de otra. Lo que estaba en juego era demasiado importante. Me limpié de la frente el reguero de sangre que manaba de mi cabeza, el cuerpo me pesaba, mi mano era demasiado lenta.
Disparé primero, pregunté después.
El armario de cabellos dorados cayó de lado con un boquete de nueve milímetros en su pectoral derecho, regalándonos un río de vino tinto.

Ella estaba inconsciente, podía ver el miedo en su cara. Parecía saber lo que estaba pasando momentos antes de que toneladas de acero se desplomasen sobre nosotros. Ya estoy en casa, cariño.

jueves, 23 de mayo de 2013

But what is happiness?

Pregúntale a cualquiera, pregúntales, te responderán con sinceridad, no hay motivos para mentir acerca de la felicidad. No tienen por qué mentirte. Todos rehusamos abrir nuestras almas si trata sobre miedos. ¿Quién desea revelar las miserias, puntos débiles o actitudes enfermizas ante los demás?.  Eso son los secretos. Todos poseemos docenas de ellos, docenas de habitantes bien encadenados al más profundo recoveco de nuestra alma.
Pregúntales acerca de sus anhelos. Qué persiguen, qué desean. Qué les hace felices. Qué les haría felices.

Formular bien la pregunta es esencial, la verdadera felicidad no es la que se posee sino la que anhelamos. ¿Qué es la felicidad para ti? ¿Qué te haría feliz?

El amor. Ser correspondido sin importar cuándo o dónde, salvo el quién. Aquél al que deseas, por quien te desvives día y noche imaginando cientos de posibilidades desde diferentes perspectivas, todas con la finalidad de alcanzar el afecto que tú ya has desarrollado por ese alguien. Ese alguien por quien te levantas, te acuestas y sueñas.

La libertad. Librarse de las cadenas que nos atan al dinero, la condición o el lugar. Marchar, vivir y volver. No depender de nada que exista más allá de los límites del propio cuerpo.

Los pequeños placeres. Una cerveza, un cigarrillo, tiempo con los amigos.

La familia. Sentirse arropado por seres a los que importas, aquellos quienes te defenderán tomes la decisión que tomes. Alguien que ponga la mano en el fuego y te jure que hagas lo que hagas está bien. Todo está bien.

¿Qué es la felicidad? Esa utopía anímica que se las arregla para mantenerse varios pasos por delante, no importa qué.

La felicidad. Siempre hambrientos de más. Eres feliz, por ahora, pero ¿qué es la felicidad? Es el momento antes de que necesites más felicidad. No quiero el cincuenta por ciento de nada, quiero el cien por cien. ¿Eres feliz con tu vida? No eres feliz con nada. No quiero la mayor parte de nada lo quiero todo y no pararé hasta que lo consiga.

Para mi, la felicidad es tener otro cigarrillo que encender tras el final de éste.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Dos minutos.

Cáncer. ¿Qué haces cuando ante tus ojos encuentras el bloque de ceniza perfecto? Un bloque sin sierras, sin máximos ni mínimos, sin grietas. No quieres tirarlo, lo has hecho a propósito, no deseas que se aleje un centímetro de ti., quieres poder agarrar su cintura, sus pechos, y decirle que todo ira bien por el simple hecho de que te pertenece. Aprovechas hasta el final, quemándote los labios. Tal vez te salgan llagas, no importa.

No bebes agua, no respiras aire que no haya sido previamente contaminado, porque sería faltar al respeto a todos tus principios. Te acercas por detrás, despacio, apartando mechones despuntados y madejas enredadas hasta desnudarla. El bloque perfecto.

Inhalas, respiras y cierras los ojos. La música se detiene........ . . . ahí está de nuevo, resurge como un eco repleto de matices. ¿Cómo se lo explicas? ¿cómo expresas cada uno de esos extraños, sucios e indeseados matices que te apuñalan una y otra vez? No puedes. Lo guardas bajo llave, tras tu corbata y tu traje y esperas. Esperas a que suceda, al zumbido, a la vibración.
Y poco a poco, gradualmente, una punzada crea ese escalofrío en lo más bajo de tu espalda. Sube acompañado de sensaciones que desconoces. Se produce la magia. La sientes, su intensidad, su dulzura y la confianza que viene con ella durante un rato. No importa cuanto tiempo haya pasado, se ha ido. La máquina del tiempo lo ha extinguido. No quedan rastros del incendio, ni una sola pizca que aprovechar.
Te acuestas una noche pensando que jamás volverá.

Con el tiempo te darás cuenta de lo que realmente importa en todo esto. Vuelve, siempre vuelve para después desaparecer dejando abierto el oscuro pozo del que saliste la noche anterior.


martes, 14 de mayo de 2013

Mira mamá, sin dientes

Hablo sobre creatividad. No de la que gozan los pro-habilidistas que careciendo de ella, afirman haberla desarrollado con trabajo, disciplina y perseverancia, hablo sobre el talento que algunos traen bajo el brazo momentos antes de despojarse de su cordón umbilical. Hablo de ese foco de luz que se abre paso entre las más nubes grises que pueblan la mente en un momento de bloqueo. Dure minutos, horas, días o semanas. Click. "¿Qué coño haces aquí, no te dije que no entrases y que bajo ningun concepto, encendieses la luz? Oh espera, gracias."

La sensación que me embiraga sin aviso, rezándome que todo es gris y monótono. No hay cura para eso, soy consciente de ello. Hoy descendía la pendiente atento a los escaparates de cada farmacia, de cada herbolario, repasando una y otra vez las vivencias pasadas en las que el viento era capaz de arrastrar las nubes como castillos de arena en un mundo sin esperanza para la esperanza. Y sucedió, de forma diferente, para el mismo problema. Un pequeño y delicado frasco de cristal, frágil como las cenizas que quedan cuando el fuego se ha extinguido. No contenía el remedio definitivo, solo algo para paliar los efectos del dolor, la desilusión y la ansiedad.

Aquí terminaría el relato de ser un cuento para inocentes infantes despreocupados de la existencia de cielo alguno. No es el caso. El frasco, tan frágil y delicado como era, salió rodando colina abajo, resquebrajándose en el traqueteo constante de malos tragos y baches.

Ahora estoy donde siempre he estado, con los pies sobre las huellas que mis zapatos han dejado en el cemento. Puedo ver, atemorizado y con un agudo pitido perforándome los oídos, cómo la pequeña quimera se dirige con precisión a los pies de otro. Él está abajo, con los brazos abiertos y esperando, como yo, que la fragilidad del recipiente soporte la travesía que casi ha terminado. Cree que ya la tiene pero se ha olvidad de darle el cariño y la atención que merece.

Analfabetos pidiendo El Quijote para los reyes magos. La risa es irreprimible, irrespetuosa, impetuosa. La desesperación ciega mis ojos con pólvora de aroma a fuegos artificiales.

Hablo sobre creatividad, la que algunos hombres portan con elegancia y enigma. Hablo sobre mi creatividad, mi don, el que me hace correr cuesta abajo sin frenos, directo y dispuesto a interceptar la trayectoria del bólido sin chaleco antibalas. Porque, ¿quién coño soy si no corro como un idiota plenamente dedicado a dejarse los piños sobre el asfalto?

domingo, 5 de mayo de 2013

Incoherencias con sentido

Palabras. Segundos de un presente que se evapora con cada sílaba. Picazón en mis entrañas, el sudor en las palmas de mis manos. La perdida del control ante el cuerpo perfecto, ante el alma perfecta.
Una declaración de intenciones para quien jamás... para quien..... Este laberinto de noches y días me hace enloquecer.
Sale el sol y la negrura que guarda las estrellas se tinta de luz. Astros y recuerdos. Un cambio.
Estrangulo mis posibilidades con una cuerda de piano. Una cara nueva que diluye las pautas de mis historias pasadas.

Y en una noche como ésta pierdo las nociones de mi don, olvido como soltar la bestia que radica en todo lo que escribo. La promesa de reencontrarme con todo lo que alguna vez perdí, la remota posibilidad de recuperar lo que merece la pena.

Locuras, candados rotos que rompen la rutina que gobierna mi vida. La formula perfecta, un par de labios, un par de ojos, un par de manos y una persona dispuesta a comenzar un nuevo relato.

Nada de lo que tecleo comprende de coherencia, ninguna de las ideas que me rondan hoy la cabeza se sostienen sobre pilares bien construidos. Hago malabares sobre una cuerda con fecha de caducidad, comprendo la fugacidad del momento con la serenidad que me otorga la pausa en el movimiento. Comprendo y rechazo. Corto las cuerdas que balancean mi cuerpo controlando cada uno de mis gestos. Lucho contracorriente mientras escalo lejos de la negatividad con la que la sociedad me ha enseñado a vivir. Barro la suciedad de mi educación por un mundo mejor.

Soy un juguete roto cansado de ser marioneta.

Yo decido mi suerte.

domingo, 28 de abril de 2013

Perfil psicológico. Por V.


Brillante, intuitivo, caótico, irónico con tendencia al cinismo, ocurrente, terriblemente curioso. De fuertes y reprimidos instintos sexuales que desvía en forma de hiperactividad y adicción a sus pasiones. Con tendencia a la auto-inculpación obsesiva y la paranoia descontrolada. Egocéntrico. En pocas palabras, cree que es una pieza clave en el devenir de la humanidad.
A buenas, es fuertemente compasivo, inteligente, intuitivo, comprensivo, leal, honorable, fiel a sus principios, íntegro, dulce y divertido. Te escucha, te comprende, te salva de los malos y cuando vuelves a casa te pone calcetines calientes. Si tienes un problema, lo resolverá por ti. Si el tunel está oscuro, él será tu guía. En un buen día, es tu héroe. Te abrirá su corazón con ardientes declaraciones sin esperar nada a cambio excepto que sigas queriéndole igual.
A malas: A malas, su obsesión le lleva al extremo egoismo. Su paranoia le hace cruel e insensible. Necesita tanta entrega de los demás, que confunde la prudencia con la deslealtad. Exigente e hiperactivo como un niño con exceso de adrenalina. Primero dispara, después pregunta. No observa los hechos con imparcialidad, sino que trata de adaptarlos a la realidad que ya conoce. Es la antitesis del método científico. Prefiere hacer las cosas por su cuenta antes de dar explicaciones.
Es terriblemente complicado seguir su ilógica mental. Se enreda en monólogos interminables, obvia información vital, no se esfuerza por comunicarse y pretende que le entiendas. Si no lo haces es que no confías en él (para él).
No es en ningún caso un adolescente. Su paranoia está apoyada por los hechos. Forma “intuitiva y caótica” de trabajar. ¿Chiflado? Sin duda. ¿Un niño de 13 años inconsciente de su entorno? No.
Ama la psicología en un intento por entenderse a sí mismo y simultáneamente, desviar la atención de su propia psique atormentada.
Es agnóstico-ateo.
Dispárame, pero no me despeines. Un lema por el que vive y se desvive. Formal o informal. Parece que el tamaño de su nariz le preocupa, pero en general, está más orgulloso de su imagen que un gato con un plato de leche.
Los contenidos pornográficos le sirven para sublimar su pasión erótica. Las pipas constatan su fijación oral y revelan su hiperactividad cerebral. Las artes marciales revelan su aspecto más físico, su cara de hombre de acción. En cuanto a gustos musicales, es más del tipo Springsteen que del tipo Beatles. O sea, un nostalgico.
Le asusta que su vida sea una mentira. Que el azar domine la existencia. Que no haya un destino  y que constantemente alguien o algo le esté controlando.
Fuerte sentimiento de rechazo hacia la existencia de Dios. La ausencia de respuesta por parte de Dios es una prueba de la no existencia de este. Desvía su ansia de fe hacia otros seres.
Ni se te ocurra pedirle que no se tome a sí mismo demasiado en serio. ¿Es que no te das cuenta de que su vida es un drama griego? Digamos, que no tiene ESE sentido del humor.
Le encanta vestir bien. De vez en cuando se rapa el pelo para autocastigarse.
Le gustan las mujeres morenas, de piernas largas, inteligentes, manipuladoras, sensuales y bastante malas bichas. El amor es para él ese fuego maligno que destruye lo que abraza. Nada le excita tanto como un malentendido misterio que la mayoría de las veces acaba trayéndole problemas. Si le pides que te proteja y te ayude, es tuyo.
Le cuesta entender a las mujeres porque ellas le dan señales sutiles pero contradictorias. Se siente sexualmente atraído por ellas pero los repentinos ramalazos maternales le dejan KO. Le preocupa tanto lo que piensen de él, que nunca lo confesará.
Lo que más necesita es una persona leal y sensata que le haga bajar de la nube en que vive. Alguien que le diga las verdades aunque duelan.
Para ligar con ellas alimenta su ego. Y sobre todo, odia tener que ser paciente y tenaz.

sábado, 13 de abril de 2013

Lo noto

Tienes poder, lo noto. Una descarga al contacto de tu mano, al profundo pozo en tus ojos. El tiempo ha cambiado, temeroso de disgustarte, la sociedad se altera, temerosa de no dar la talla.
Y los hilos que nos unen al suelo que pisamos, que nos enlazan a todos nosotros se hacen, por momentos, visibles entre las motas de polvo.

Estoy en la cola en el estanco, aparece un hombre de veinticinco años justos y pregunta.
- ¿Esta es la cola?
- Si.
- ¿La cola para morirse, no?
Sonrío. Sé que no es casual que me haya levantado con el velo atornillado a la frente, cegando mis ojos. Lo noto.
Entramos en el estanco.
- La cola para contraer el cáncer- le digo.
- Eso es- ríe- es increíble que hagamos cola para envenenarnos- me comenta.
En un aborto de utopía venida a menos, de claridad mental destintada en una charla convencional:
- Y que monten un negocio con ello- le respondo.
- Si, por envenenarnos, ¿verdad?- me recuerda otra vez.
Avanzamos cada uno a un mostrador diferente y en una despedida le revelo el secreto de la eterna confianza humana, de su ansia por pecar si no le revelan el castigo.
- Mata pero no duele- me despido.

Ya extinguido el afán por entender, comprendo que aquel hombre sabía todo lo que había acontecido en mi vida. Al menos, la última semana.

martes, 26 de marzo de 2013

Hoy he visto a mi enemigo.

Hoy he visto a mi enemigo. Iba todo de blanco, con muy malos humos. Le tuve delante durante diez minutos, incluso le di la mano, le había estado mirando pero no le había visto.
La habitación, la calle, el parque... cada dos por tres, cuando cerraba los ojos y dejaba actuar a mis instintos, a mi hedonismo, aparecía. Tiene nombre, lleva escrito con tinta negra el nombre.
Es como una etiqueta, a veces se multiplica veinte veces. Me ha estado comiendo el coco, ¿sabes? me controla. Aprovecha mis impulsos más salvajes, se alimenta de mi impulso animal.

Es silencioso pero intenso como el fuego. Su calor desarma mis escudos, inutiliza mis defensas, adormece mi resistencia. Blanco impoluto como un santo venido del cielo. Siempre tan cerca de mi corazón.

Hoy he visto a mi enemigo. Se aproximaba muy despacio, mis ojos le miraban y por fin le he visto. Susurrando como le susurraba a Eva. Me ataca directo a los órganos vitales, ¿entiendes? No duele, pero mata. Su veneno se filtra con cada respiración que tomo.

Hoy he visto a mi enemigo y le he besado.


miércoles, 20 de marzo de 2013

La luna decía Do esta noche.

Por una vez me ha llevado poco trabajo encontrar una pieza musical adecuada en tono y duración para redactar lo que viene.

Dejo un doble espacio y me pregunto: ¿por qué? ¿qué necesidad me implora a altas horas de la noche a respetar lo estéticamente correcto?
Solo extraigo una conclusión: únicamente en un mundo de locos, la rigidez y la exactitud de la ciencia sería respetada hasta el extremo de lo demente. Un lugar donde la cordura es un término pactado y en el cual la preposición in-, de la palabra insano, carece de la atribución que todos los sanos de mente y cuerdos de sentimiento le damos.

Escribo sobre la marcha, intentando reescribir lo menos posible para cumplir conmigo mismo en el papel de entendido hombre preocupado por la higiene psicológica de las relaciones que nos unen.

No alcanzo a comprender el potencial de lo perfecto, ni soy capaz de discernir entre mito y realidad cuando ésta palabra está involucrada en el meollo en cuestión.
¿Es falsa cualquier afirmación sobre la relación perfecta, acerca de la solución perfecta? Puedo captar la misma esencia con otro nombre en el entorno.

Los malentendidos, los problemas y sus posteriores acuerdos resolutivos. Tal vez ésa sea la definición de perfecto, aquello perfectamente humano, lo más natural y acorde con los creadores de la teórica perfección.

Tal vez sea algo simple lo que nos une a todos, la luna, por ejemplo. Todos conectados por la misma luz pálida y tenue que evoca cada noche de mi vida una alta concentración de melancolía en mi cóctel de emociones y sentimientos.

Por una vez extraigo lo que rechazo, por una vez soy consecuente con mis pensamientos. Todos somos humanos y todos, sin creerlo, avanzamos a pasos de ciego, pedrusco a pedrusco, con el tiempo.

http://www.youtube.com/watch?v=jTs3BP3fzD8&list=PL3FD80EFD3CEF218B

miércoles, 6 de marzo de 2013

Fuck.


Estoy cagado de miedo. El dolor que he estado esquivando enérgicamente estos días me ha encontrado tras la cuenta de diez. Soy solo un niño esquivando hachazos que buscan mutilarme . El órgano vital, tu corazón, mi corazón, casquería a buen precio cicatrizada con el devenir de los siglos.

No hay lágrimas que reflejen las toneladas de hormigón que soporto sobre mi pecho, en mi rostro solo un ceño fruncido, en mis manos un cigarro individual y no un hábito de matanza. La electricidad de mi organismo transforma melancólicamente cualquier armonía de más de tres notas en el eco de tu risa, que rebota por las paredes de tu casa, por el martillo, yunque y estribo de mis martirizados oídos. 

Soy un soñador que ha despertado contra su voluntad, con las manos frías y el grito ahogado en sus entrañas. Te echo de menos sabiendo que ésta vez no hubo señal alguna de reconciliación. ¿Cómo pedir perdón cuando no hubo discusión? Nada salvo simples y mortíferos acuerdos de separación. Llevo en mi frente, orgulloso de haberte abrazado, la firma del contrato que divorcia nuestras vidas, que otorga a nuestras almas la desazón de no poder, tal vez jamás, encontrarnos en otros cuerpos.

Si digo que te sigo amando pierdo, si digo que no te pertenezco, miento. 

Se me llena la boca al decir tu nombre para repetir un "nunca más".


miércoles, 20 de febrero de 2013

Perdóneme padre, porque he pecado.

Mierda. Puta mierda. La sociedad y yo nos vamos a la mierda de la mano. De unos días a ésta parte he podido darme cuenta, la gente se está volviendo loca. La hostia, ¿había antes cordura en éste mar de aguas fecales?
Para muchos de ellos todo ésto es nuevo, no para mi. Llevo décadas mensuales pisando el mismo fango de adoquines. Hoy hasta el Papa grita por dentro, consumido, como todos nosotros, por la incertidumbre que nos da y nos arrebata la vida. "¡Hijos de puta, nos están tirando piedras!"

A la persona de a pie se le han abierto los poros. Ni el cielo se decide a enfocar con más o menos claridad el infierno que cubre de celeste y algodón. Nos está dando un toque en el hombro, uno de esos hirientes y eléctricos toquecitos con el dedo. Se me hinchan las pelotas en el laberinto que habito.

Música, letras, colonia sobre la mesa. Mis memorias circuncidadas se deshacen bajo sábanas ilegales. 
El aquí presente se las gasta de indiferente en esa fiesta, en aquel concierto, en aquella situación inesperada que me pone duros los pezones... pero siempre, por algún motivo tan atractivo como nauseabundo, tengo sus pecas rondando por mi materia gris.

martes, 19 de febrero de 2013

Carta del 16 de julio

Complicado. La palabra que define la relación en todo su esplendor. Te contaré un secreto, todo esto, lo elegí yo. Dicen que antes de nacer, allá en alguna dimensión, todos elegimos como será nuestra vida. Elegimos los momentos importantes, también los malos, esos son los más importantes. De esos aprendemos, esos nos sirven para ser mejores almas o lo que seamos en realidad.
Yo elegí no estar desde el principio contigo. Tal vez tampoco al final. Quizá nunca lo llegue a estar más de un par de minutos en realidad.Pero ya me conoces, soy un melancólico y un sufridor. Es razonable, conociéndome  que buscase para mi vida dramas tan complejos como éste donde, por supuesto, me quedo solo y mirando a la luna en algún funesto lugar.
No pienses que valgo la pena como poeta., tengo más corazón que careta: soy un romántico. Y temo decirte que tal vez ni siquiera te quiero. Creo que puedo estar enamorado de la idea del amor.Te digo esto enfrascado en un aroma a antimosquitos que me intoxica casi tanto como el pesar de tu voz. Me temo que hablando no soy tan claro como me gustaría. Me temo que aún tengo miedo, por mis fracasos y sobretodo por mis alegrías, de que si te digo las cosas como son saldrás corriendo despavorida.
Pero si algo me han enseñado mis cortos e inmaduros años en este mundillo de personajes y escenarios, es que el que la sigue, la consigue.Tengo miedo de que algo importe demasiado como para dejarlo jamás marchar. Sabía que quería algo importante pero no pensé que llegaría a esto, compañera.
Lo que menos me gusta cuando miro al exterior y contemplo mi reflejo en la ventana es el aura de tinta que rodea mi figura. No peleas junto a mí contra el insomnio que no me deja dormir. Estás sola y asustada. Tal vez estés llorando. Suerte que eres rubia, eso siempre ayuda (con esto se despista hasta el más artista, por si quién investiga llega hasta la presente, metiéndose en terrenos fangosos con aires de pesimista).
Espero que todos los caminos conduzcan a tenerte. Nada más claro, nada más inerte. Sería divertido y muy, muy diferente. Una sonrisa que conquista naciones, unas ideas que acaban con las comparaciones.Todavía no adivino cómo no extienden una alfombra roja a tus pies por donde pisas, princesa, porque tienes más de otro mundo que de éste en el todo empieza. 
Tu vida y tu muerte, el funeral y quererte.Nunca fue distinto, y si no recuerdo las etapas de muerte, bien recuerdo cuando con un mensaje pedías verme.Cariño, siento que estoy perdiendo el norte. ¡Que la cabeza se va de viaje sin ni siquiera decirme a dónde!

Quiero que me entiendas para poder protegerme. Porque te debo tanto.

Cuando te daba la espalda, tú me la guardabas. Me cuidabas. Y la peor parte es no poder complacerte porque la vida no quiere que el mundo sea alegre.¿Y quién te dice que en un par de años y durante tan solo tres asaltos tú y yo le daremos la espalda al mundo y podré reirme sin entenderme? Estarás tú para hacerlo por mí. O no. Porque las historias tienen finales felices y deprimentes, pero olvido el comienzo de tanto en tanto. Y es que en esta historia tú eres la princesa y yo, solo un plebeyo con aires de grandeza.

sábado, 9 de febrero de 2013

Llamarada

Escucha la rutinaria vibración de los engranajes al detener el coche junto al árbol. Apaga el motor y baja del coche.
Es de noche y lo espeso del olivar oculta bajo las estrellas al caballo de metal que lo ha llevado hasta allí. Sin  conocer el camino, guiado por un haz de luz que surca el cielo sobre las hojas de los árboles, camina asustado. No teme el daño físico. Le asusta la verdad que en unos segundos le será revelada.

En el horizonte temprano, una estructura de dos pisos, rodeada por los árboles y el césped, se yergue imponente. El hombre puede ver, apoyado en un olivo, la ventana en la segunda planta de la cabaña donde nace la estrella de belén que le ha guiado.

Infortunio para él, ha llegado a tiempo para presenciar un nacimiento. No se siente mago, no se siente rey. Trepa, ensordecido por los latidos de su corazón, el olivo más alto que encuentra a su alrededor.

Desde las sombras, sobre la madera, recoge la imagen de dos sombras que bailan sin ropa sobre la cama que existe. El hombre en el árbol reconoce las figuras. Un blues muerto penetra en sus oídos y toca la caja de cerillas por encima del pantalón.

Desciende sin cuidado del árbol y emprende el camino de vuelta.

Camina, con sonrisas y carcajadas, entre el fuego del olivar.


viernes, 1 de febrero de 2013

Algunos nacen porque tienen que nacer.

Ni la lluvia aquí diluye mis pensamientos. Voy a juego con la noche y el olor a cigarrillos anula mis sentidos.
El letrero parpadea en un intento por no quedarse de piedra. Bajo el porche me refugio de la peor tormenta que he visto en años.
Mi coche, aparcado a tres metros, se tornaba imposible de distinguir bajo el manto acuático que trataba de acabar con la humanidad. Una figura aparece de la nada con un periódico sobre la cabeza corriendo como alma que lleva al diablo hacia el interior del bar. Durante unos segundos clavo mis ojos en el opaco horizonte casi seguro de poder contemplar a Moisés abriéndose paso bajo las aguas torrenciales.

Mi gabardina está calada y pesa como una capa de hierro sobre mi calavera. El cigarro casi vomita ceniza acuosa mientras me quemo los dedos. "A la mierda".

Acaricio con la palma de la mano el bulto que porto en la cintura para asegurarme de que el agua solo se ha llevado la visión de mis anhelos. "Cielos rosados y columpios en la parte trasera de mi casa-jardín".

Empujo la puerta como Clint Eastwood y entro al local una vez más. No más de diez borrachos y un par de personas. Once borrachos ésta noche.
Algunas personas nacen para mentir frente a un público, otras nacen para vivir entre números y papeles, las hay que expresan sus sentimientos y pagan la renta con ello. Como yo, unos pocos nacemos pensando cuál será el color de nuestra quinta extremidad. ¿Será tal vez un revólver?

Una bola de billar surca el aliento alcohólico del local ante mis narices. Hasta las paredes aquí parecen haber sido aderezadas con whisky de malta.

El dolor de cabeza se ha ido y allí me hacen compañía el barman y un par de vasos medio vacíos. Todos han preferido salir a morir que aguantar allí una hora más.

- No sueles beber ¿cierto?- se jacta de mí al otro lado de la barra con sus gafas y su calva de media pulgada.

- Cierto. ¿Tanto se me nota?

- Todo depende...- me dice mientras se agacha tras la barra- de la atención que pongas a los detalles. - termina levantándose y apoyando los dos cañones de la escopeta sobre el vaso que aún no había terminado.

Un día te levantas despistado y te matan.

lunes, 7 de enero de 2013

Canas bélicas

Lance Morgan era un componente más de la tercera edad en un pueblo donde abundaban las cabelleras canosas y los castañeteos de las dentaduras postizas mal sujetas. El anciano Lance no era capaz de dañar a una mosca, no importaba si ésta podía transmitirle un virus mortal. llevaba años din dañar a ningún ser vivo.
El señor Morgan se había jurado respetar unos estrictos y morales principios impuestos por sí mismo tras la salida del peor de los Vietnams.

Su piel cascada por el roce continuo de las balas y el dolor tatuado de forma espectral en sus pupilas podían dar fe de la seriedad de la perpetua promesa. Su degollada alma se encargaba sin cita previa de recordárle las atrocidades que su vieja pistola había causado, metamorfoseando sus viajes oníricos en desgarradoras visiones de un pasado bañado en sangre que aún pesaba más de lo que su mujer o cualquier vecino del pueblo pudieran suponer.

Un día más en una semana cualquiera, Lance se dispuso en posición fetal. Arropado bajo varias colchas, fue capaz de sentir desaparecer su dormitorio. La fase REM llamó a la puerta.
Gritos, olor a pólvora y la fuerza del retroceso del arma de fuego en su brazo derecho. Lance despertó sobresaltado en el salón de su casa. Todavía sostenía en la mano la vieja Colt 1911 liberando un humo blanco que ascendía lentamente hasta fundirse con el granulado del techo. Pudo sentir bajo sus pies descalzos humedecerse la alfombra persa que había traído desde Turquía.

Lance Morgan no había sido capaz de mantener su promesa y su mujer había pagado los platos rotos.

viernes, 4 de enero de 2013

Una relación diferente.

Sandy no se consideraba una chica fresca, como la tildaban la mayoría de los chicos y chicas de su edad en el pueblo. Sus cálidos y humanos pasatiempos la habían llevado a conocer multitud de hombres con tan solo diecisiete años. Seguramente por su mala fama, en absoluto justificada, había hecho a todos pensar que Bobby era un chico más, pero no lo era. Vaya si no lo era.

En su primera cita la había llevado al autocine en una noche de luna llena. Habían pasado toda la película acompañados por el mortecino y amistoso astro y todas las motas de polvo que aquella noche se habían dignado a aparecer, tal vez incluso las que ya hacía mucho tiempo no existían. Aquella noche Bobby solo la había besado un par de veces, probablemente para demostrarle que no quería usarla y tirarla como el resto de los pueblerinos.

Para Sandy, su esculpido cuerpo y el tono angelical que acompañaba siempre a sus palabras eran una carga antes que un don. El dolor de su corazón a menudo acompañaba a su dolor de espalda provocado por el exceso de peso que guardaban sus escotes. Por las noches todos los paquetes de clinex del mundo eran insuficientes.

Ahora Sandy era feliz. Había pasado la mañana en un merendero con asombrosas y frescas vistas. Más tarde, Bobby había perdido su castidad en el claro del bosque donde Sandy había reposado tantas otras veces sobre el pecho fatigado de otros hombres.

Habían pasado ya varias horas desde que en un mal sueño, todavía tumbada allí con Bobby, una sombra extraña le había susurrado piropos soeces y después, acariciando su boca y agarrando sus piernas, había ordenado a Sandy estirar el brazo hasta la cesta donde descansaban los restos de comida y los cubiertos que habían utilizado.

Ahora, la joven pensaba en lo feliz que se encontraba parada allí de pie, al borde del acantilado más alto que jamás había sido en los alrededores de aquella cadena montañosa. Con la ropa húmeda y las manos tirantes por la sangre seca, Sandy avanzó un par de pasos y se admitió a si misma ser la mujer más feliz de todo el pueblo mientras se precipitaba al vacío.


Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...