sábado, 23 de septiembre de 2017

Vuelo transentimental

"Entorna la persiana, hazlo mudo, sin sonido. Crea una atmósfera tenue que te permita ver por una rendija los árboles en la calle.

Susurra algo en su oído. No importa lo que digas, pero tienes que susurrarlo bien.

Si lo haces bien se dará la vuelta, girará su cabeza y estrellará sus labios contra ti. Sentará bien tener el vello de punta otra vez, sentir galopar tu corazón y enrojecerse las mejillas. Será fantástico."

Despertarás.

Lo harás y analizarás por qué nada de todo eso sucedió. Qué te alejó tanto de esa habitación, por qué no hay acompañante en el asiento de al lado en este vuelo que cruza el océano rumbo quién sabe dónde. Todo eso te peleará en la cabeza sin resultado.

Qué te alejo si lo amabas hasta quedarte vacía. Qué te hizo subir a un avión si no te gusta volar, o eso decías.

Marzo se antoja eterno y tu llanto se prolongará más allá de eso. Te sientes agrietar y aún no sabes si él se ha dado cuenta. '¿Sabrá que lo quería tal como era?' Quieres decir, que lo hacías de verdad.

De            
      Verdad.


Probablemente no. El dolor y la decepción mal enfocada hacia ti le estará jugando una mala pasada, envenenando su cabeza, haciéndole pensar que nada de todo lo que hubo entre vosotros fue de verdad.

Tu y yo sabemos que lo fue. Él también, en el fondo. Lo recordará, solo lo ha olvidado momentáneamente. Solo ha quitado el tapón de la bañera que era vuestra relación y se le han colado por el desagüe los momentos bonitos.

Y ahora solo ves nubes y no encuentras sus ojos entre todo ese vapor de agua. Solo niños llorando, gente roncando y una azafata de vuelo que tenía que ser mujer.

Y te mantienes
sentada
pero de pie
sin saber cómo
si no sabes ni dónde eres
ni por qué estás.

Pronto aterrizarás pero tú aún no sabes si quieres bajar. Allá arriba se está a salvo, nada te puede alcanzar. Lo sé, los dos sabemos, pésima mentira porque sigues con ganas de vomitar.

¿Sabes algo, amiga? He sido Tú más veces, muchas más, infinitas más, que Él. Y eso es una putada.

Una
jodida
y mortífera
putada de mierda.

Te recuperarás en ese nuevo país al que vas, ese que no sabe aún lo bien que sabes. Mírate las manos. Alguien más las acariciará deseando que nunca desaparezcan. No es el final.

Llora un poco. Tienes que volver a empezar y, ¿sabes?

Mejor que sea pronto
no nos vayamos a estrellar.




sábado, 16 de septiembre de 2017

Me enamoraré y no dudaré en hacerlo

Me enamoraré cuando te huela tan fuerte que me pique la nariz por dentro. Lo haré aunque no te conozca lo suficiente, lo haré porque tenerte delante y disfrutarte sonriendo será fácil. Será fácil engancharme entre los huecos que separan tus dientes. Será jodidamente fácil, sencillo, fluido...

mirarte.

Porque ni los versos en prosa de Salinger, Frost o Hemingway podrían enmarcar en palabras el escalofrío que me provocará palpar el contorno de tu cuerpo. Esa fina línea negra inexistente que es horizonte de piel. Ese mapa fino y suave y pálido moteado en pecas, lunares y mis dedos.

Las puntas de mis dedos.

Tu espalda desnuda y yo mareado bajando por ella. Y yo mareado agarrándome a tus caderas para no tropezar y precipitarme a un vacío donde tu voz y tu cabello me envuelvan para siempre, a un lugar desde el que no sepa volver a casa.

Me enamoraré por un abrazo bien dado que al cambio valdrá dos te quieros y cinco bastantes con veinticinco quédate a mi lado. Pagaré al contado, extenderé el cheque firmando en tu cuerpo, siguiendo la línea de puntos que te va desde los tobillos hasta las muñecas recorriendo todo eso que sientes y no me dices para no dejarme sin sueldo, sin un duro, con el bolsillo 'pelao' y la cartera desamueblada.

Para no deshauciarme
desde dentro.

Miraremos juntos por la ventana al sol ponerse para después salir y lo juzgaremos todo. A los que pasean con y sin perro, a las señoras bañadas en colonia y a los vagabundos sin olor ni pelo. Encontraremos algo sobre lo que reír y nos desnudaremos tras los cristales de nuestro altar.

Me enamoraré y me romperás el corazón cuando todo sea demasiado bueno. Lo harás y será justo antes de ese instante en que la felicidad se pose sobre mi nariz para yo entender que he remontado el vuelo, que el huracán ya solo es viento y mi corazón está lleno.

Lleno de ti
de lo que me das sin quitarme nada, ni siquiera el
sueño.

Porque ya duermo. Ya puedo dormir.

Me enamoraré cuando ya no estés y tu cara y tu cuerpo se diluyan en mi memoria con el tiempo. Lo haré de alguien que se parecerá a ti. Le pondré ganas, entusiasmo y un mote que solo utilizaré cuando descanse sobre mi pecho después de tener sexo.

Haré todo eso y utilizaré las herramientas que me hayas dejado al marcharte para ello. Me enamoraré cuando me dejes hacerlo.

Y un día alguien pronunciará tu nombre y se me pondrá la sonrisa tonta y el humor contento. Sentiré el dorso de tu mano rozarme por completo y el vacío que antes era tu puesto cobrará forma, nombre y apellidos justo delante de mi.

Te veré no estar.

Dolerá no poder no hacerlo.

Me joderá por dentro.

Me enamoraré mientras viva porque después,
después
no podré hacerlo.


domingo, 10 de septiembre de 2017

G de Gómez está escribiendo

Querido amigo, llevas toda una vida despierto. Quizá no todo el tiempo fuiste tú mismo, quizá entraste en contacto con los densos humos de tus monstruos más profundos pero llevas toda una vida despierto. 

Parece que recientemente has encontrado una nueva forma de abrir tus puertas y tus ventanas. 

Parece que ya no eres propiedad privada, parece que has autorizado el acceso, que has habilitado el paso, abierto el flujo. 

Has desbloqueado el acceso.

Has entrado en algo nuevo y me sorprende. No que lo hayas hecho, creo que estabas tardando, que tenía que pasar aunque nada tenga jamás que hacerlo. Lo que no sé, ni tampoco dejo de hacerlo, es si te has dado cuenta.

Dónde te has metido. Qué estás haciendo. Escribir.

Llevo un tiempo en esto, me gustaría explicarte sin saber, solo sintiendo, dónde te estás metiendo.

Esto es el final de tu vida y el principio de tu biografía. Es la última vez que lo cuentas y la primera que lo escribes. Es buscarte en tu refranero y encontrarte a por uvas corriendo tras un verso. Es desnudar tus complejos y vestirlos para la pasarela de la Hoja en Blanco. Es revivir tus espejismos, tus faunas, tus faenas, tus más y tus menos y dejarlos todos locos perdidos y en fila india en una rueda de reconocimiento. Es bautizarlos por capítulos y sentirte preso de una hiena a la que llaman inspiración y que, por fases, se desternillará de risa huyendo entre tus pensamientos. Es jugar al Quidditch con el teclado entre los genitales, volando entre adjetivos, pronombres y adverbios para ganar el partido al final, en la metáfora de descuento. Es echarle huevos a pisar, descalzo, cristales al rojo vivo y uvas, al mismo tiempo. Es desnudar a la mujer que amas y casarte con la que no para saber si al final de la historia los hijos son guapos con alguna de las dos. Es afinar, entonar y entonarte con tonterías que se convierten en dramas griegos. Es puntería y saber disparar, literariamente, al centro. Es hacer arte hasta hartarte sabiéndote atado de pies y manos hasta el punto y final, hasta que acabes, y eso solo si no has de volver a empezar. Es dejar de llamarla cariño y nombrarla musa de todos tus cuentos.

¿Que qué es escribir? Me preguntas sin hacerlo...

Escribir es hacer saber a tus colegas que 'yo no soy un chapas, yo soy el narrador de todo esto que cuento'.

Es, sin querer hacerlo, charlar con Poe, Becquer y Quevedo. Ver gigantes y no molinos al viento. Detenerse por miedo ante un gato negro. Recordar el rostro de tu padre. Beberse las cervezas con sabor a realismo sucio. No intentarlo. Rimarte las asperezas. Hablar el idioma de los dioses. Escupir caligrafía a fuego. Parafrasear menciones de honor. Llamar al rojo sangre y al negro conocimiento descubriendo la nieve en el blanco y en el azul a todos ellos. Vestirte de adjetivos casual y peinarte con el último de aquellos, los suyos y los nuestros, los que tenemos. Cautivar sin pretender hacerlo. Construir relatos y ejercer contratos como arquitectos de poesía, técnicos silábicos, siseantes parlantes mudos en profundo silencio.

El silencio de la concentración, de la debacle de la intención de inspiración al ritmo de un solo tambor que es tu mano sobre la mesa marcando el compás del bolígrafo sobre el folio a punto de estallar en sentimiento.

Escríbeme, amigo, hasta dejarme sin aliento.




martes, 5 de septiembre de 2017

Respondo

E: ¿Cuál cree que es la clave de la vida?

Y: Solía pensar que la intensidad, ¿sabes? Euforia o depresión, esos pueden ser muy buenos o muy malos pero no cabe duda que son. No puedes perdértelos, los sientes. Solía apreciar como un regalo las grandes explosiones y los recitales de fuegos artificiales. Tanto color, tan alto...

E: Habla en pasado, ¿ya no piensa así?

Y: Sigo creyendo que la intensidad es importante. Simplemente ahora la entiendo de otra forma. No busco la intensidad en las cosas, la busco dentro de mi y la utilizo para sentir lo que tengo delante con todo mi ser. Solo estar mirando al horizonte, la línea imaginaria donde se juntan el cielo y el mar, puede ser lo suficientemente intenso para llorar. Historia real. (ríe).

E: ¿Es más de decir lo que piensa o de pensar lo que dice?

Y: Trato de llevar ambas fórmulas acabo. Creo que hago más lo primero que lo segundo, como casi todos. Mucha gente no hace ninguna de las dos.

E: ¿Hay polémica cuando habla?

Y: No soy de los que buscan el conflicto pero si de los que dicen lo que todo el mundo piensa y calla. A veces la gente necesita escuchar la verdad, incluso si esta es más dura de lo que pensamos.

E: ¿Cree en el amor?

Y: Depende, ¿qué tipo de amor? 

E: El de las películas, el que lo hace todo moverse a cámara lenta y llover rosas.

Y: Solía hacerlo, me lo tomaba muy en serio. Me parecía que era algo a lo que darle importancia, el amor de tu vida. Mi idea sobre eso ha cambiado, creo que bastante.

E: ¿La vida?

Y: Creo que la vida nos da motivo a todos para cambiar lo que pensamos, la diferencia radica en una mente activa. Todos pasamos por todo tipo de cosas y tenemos oportunidad de madurar pero solo los que están despiertos y dispuestos a cuestionarse los por qués van adaptando los cimientos de su cabeza.

E: ¿En qué cree usted ahora?

Y: Supongo que en algo más real. 

E: Eso suena triste.

Y: No tiene por qué. La realidad puede ser muy triste pero gran parte de lo que es depende de cómo lo vemos. Podemos transformar nuestro alrededor con el enfoque adecuado. Ya no creo en las mariposas.

E: ¿Ya no se emociona?

Y: Claro que lo hago, y siento esas mariposas pero ya no soy adicto a ellas, me he rehabilitado. (sonríe). Ahora creo en conocerse. Todos dibujamos gran parte de la otra persona cuando empezamos a conocerla, es natural, normal y sano. La diferencia radica en que ahora sé que estoy dibujando lo que no conozco de esa persona.

E: Tiene sentido. ¿Está enamorado?

Y: Llevo enamorado toda mi vida.

E: Voy a necesitar que explique eso.

Y: Para que se haga una ligera idea he conocido y continuo conociendo a personas, enamorándome y siguiendo adelante pero hace ya años que conocí a esa persona que se instala en tu corazón para quedarse de por vida.

E: ¿No están juntos?

Y: No y no es algo que me preocupe. Hay que preocuparse por las cosas que uno puede controlar.

E: ¿Por qué está usted entrevistándose a si mismo?

Y: No esperaba esa pregunta. (risas).

E: Tenía que llegar, ya lo sabe.

Y: Claro. Creo que la idea me vino en un sueño donde decía lo que pensaba y necesitaba un entrevistador que realizase las preguntas.

E: ¿Está contento con el resultado?

Y: Creo que me lo he montado bien.



Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...