martes, 23 de julio de 2013

Pensando en voz alta: las leyes que jamás se escribieron.

Hay algo muy extraño en todo esto. Siempre he sido de los que creen que el universo tiene una forma retorcida de expresarse, un sentido del humor sádico y perverso. Nunca te esperas lo que va a suceder, que no sucederá si lo esperas o, tal vez, si suceda si sabes no esperarlo. Un laberinto tan complicado de seguir como un trabalenguas de alto nivel para una lengua inexperta.

Día tras día la vida me demuestra como las coincidencias no existen, que basta con pensar en alguien para recibir noticias suyas por el rabillo del ojo (siempre que no esperes hacerlo, o si). Camino bajo el sol abrasador buscando las sombras para evitar hervir y sonrío, sonrío a las personas que momentos antes habían pasado por mi cabeza y que ahora, sin darse cuenta, pasan ante mi absortos en sus propias ideas y recuerdos sobre esas personas que en breves momentos aparecerán ante ellas. Todos conectados por la red inalámbrica de las fuerzas cósmicas.

¿Qué he venido a decir, a pensar en voz alta para escucharme mejor? Que justo cuando comienzo a entender como funciona todo, el mecanismo que mueve los ejes, la tela que teje los sucesos de un presente que es alcanzado por el pasado, que es siempre evadido por el futuro, algo se me escapa. La maquinaria da un giro de ciento ochenta grados y me mira a los ojos, desafiante. Me pica la curiosidad del por qué, ¿por qué te protege de mi? ¿es, quizá, a mi a quien quiere proteger?

Camino cruzándome con todos vosotros constantemente, ese saludo rápido, esa mirada, esa sonrisa que recibisteis alguno de vosotros ayer, la que recibiréis algún otro cualquier día de estos, hoy mismo. Me cruzo caminando con quienes me importan, con quienes no lo hacen... Y por todo esto pretendo averiguar de forma imposible por qué hace tanto tiempo que no te veo, me importes ese día o no.

Saldré a caminar con la cabeza alta y los ojos bien abiertos buscando, entre multitudes de pensamientos, el único que me importa.

https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=T3Cc7JLFTpM#at=32

martes, 16 de julio de 2013

Crónica roja de un desangrado

El frío plata en su cadera le hace tiritar. Es primero de año y el firmamento lo bendice liberando miles de pequeñas canicas blancas que se van posando sobre el terreno, convirtiendo lo que antes era mundo en una capa gélida y santa.
El dolor ataca con rabia, intentando derribar al hombre que viste de luto. Distintas agujas de distintos tamaños estimulan de forma invisible la superficie de su cerebro. El hombre jura tener al menos una docena de astillas bien asentadas en la zona del cráneo de la que mana sin cese el pegajoso fuego líquido que tiñe la nieve bajo sus pies. 
Mete la mano en el bolsillo interior de su oscuro abrigo y, con dificultad, extrae una cartera de cuero marrón. La abre. Entre sus dedos, el rostro de su esposa y sus dos hijas parecen suplicarle que encuentre el coche lo antes posible, antes de que sea tarde para todos. Entonces, una pequeña peca roja cobra forma en la mejilla de papel de su mujer y, poco a poco, el diámetro de la peca se va ampliando hasta teñir el trío de caras de un rojo oscuro y grumoso, la fotografía pesa cada vez más y más y comienza a doblarse hacia el suelo, perdiendo la rigidez de la que segundos antes había gozado.
Con un elegante descenso digno de reconocimiento, el retrato de su familia se balancea en el aire hasta posarse sobre la nieve roja a los pies del hombre.
El rugido de un motor llega hasta sus oídos. "Un madrugador, estoy salvado". Un minuto, dos, tres.... el ruido mantiene su intensidad y no distingue vehículo en marcha en su campo de visión. "Estoy alucinando, me estoy quedando sin la sangre suficiente para discernir entre lo que es real y lo que no". 
Aquel funerario hombre portador de una Glock 17 con el cargado vacío no atisbaba posibles donantes en las calles y él, en la necesidad de sangre en la nieve como de agua en el desierto, contribuyó en la mayor donación de vida líquida que nadie haya proporcionado a la navidad.

Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...