viernes, 30 de octubre de 2015

Creo

Siete pecados capitales, millones de humanos para cometerlos, para caer en la tentación, para caer bajo el yugo del señor del infierno.

No soy creyente, soy ateo. No creo en demonios ni en el fuego eterno. Tampoco en Dios ni en la misericordia del mayor asesino de todos los tiempos. No me subiré al arca para huir de mis problemas, no me postraré ante el Señor en una iglesia para calmar mi alma. No espero el milagro ni la bendición, no espero vivir para siempre.

Creo en la alegría, felicidad efímera, y también en el dolor que somos capaces de infligir y padecer.

Creo en las personas, en las que resplandecen y en las que te incineran. En las malas y un poco menos en las buenas.

Creo en los acontecimientos, en las palabras, en las células, en el conflicto externo e interno.

Creo en la psique humana y en su derrumbamiento, en la fragilidad de sus cimientos. En eso es en lo que yo creo.

Creo en los sabios, los científicos, los filósofos, los poetas y los matemáticos. En los médicos, en los bomberos. Creo en los héroes, en los terroristas que, desgraciadamente, son tan reales como el miedo.

El demonio no viste de negro, se disfraza de bala y mata.

Mi fe no transciende a los confines de este reino, mi voluntad no es de hierro. Soy humano, me doblego.

Creo en la amistad, en el te veo luego, en las grandes gestas, en los pequeños gestos. Creo en la leyenda del amor eterno, en la vejez, en el nacimiento.

Creo en la vida después de nacer, en la muerte para siempre, en el ya no volveremos a vernos.

Jamás es eterno, tu voz la música que me guía cuando no veo.

Creo en lo que siento, no creo en lo divino, creo en lo que creo.

Los cuentos para antes de ir a dormir, la esperanza para los que caminan con los pies sobre el suelo.

Creo que te quiero.


viernes, 23 de octubre de 2015

Abril para ti, cerral para mi.

En abril detesté tu nombre, quise casarme contigo, te tuve hasta en la sopa.
En abril te enamoraste de otro, en abril le besaste mirándome a mi,
En abril encontré lo que buscaba, en abril lo perdí.
En abril me quedé sin gracia, en abril me pude reír.
En abril te quiero, en abril detesto vivir.
En abril eramos dos, ahora ya no es abril.

Qué asqueroso el maldito mes de abril.


viernes, 16 de octubre de 2015

Mi conversación con Dios

Caminaba por inercia, me movía. El tráfico gritando, mis pisadas susurrando. Giré la esquina y me encontré con Dios. Estaba fumándose su último cigarro, solo.

-¿Dónde has estado? - le pregunté.

- Pregunta lo que quieras - me respondió sin fijarse en mi, con la mirada perdida.

Clavé la mirada en su cazadora de cuero negra, en el fornido cuerpo que la vestía, en su larga melena blanca a juego con la barba. Estaba apoyado contra la pared, un pie en el suelo, el otro flotando.

- ¿Existes?

Su respuesta fue una negación con la cabeza.

-¿Estás aquí?

- Claro, ¿acaso no me estás preguntando?

Me saco un par de cigarrillos y le ofrezco uno. Levanta la mano en la que sostiene el suyo, está servido. Sonrío.

- ¿Dónde estabas cuando más te necesitaba? - quiero saber. Quiero respuestas.

- Aquí.

- ¿Por qué no te he encontrado antes?

- ¿Me has buscado antes?

Su tono burlón me pone nervioso. Tiene una respuesta entre signos de interrogación para cada pregunta que le formulo.

- Te he necesitado antes.

- Yo a ti no.

Y me mira, me mira por primera vez en mi vida, me mira por primera vez desde que él es Él y yo soy yo.

- Pregúntame lo que tienes que preguntarme - me pide en un tono que suena más a orden celestial que a petición.

Sonrío una última vez.

- ¿Quieres preguntarme algo?

Asiente con la cabeza. Despega su pie y la espalda de la pared y se acerca a mi con una forma de caminar tan pura como el bien y el mal.

-¿Tienes un cigarro?










domingo, 11 de octubre de 2015

La gran verdad

Vida. La vida, mi vida. La mayor excusa, el mayor motivo, la gran realidad. Es mi vida, la vida, y no yo, quien me ha llevado a actuar así, a no actuar en aquel momento, a decidir no intentar dejar de mentir, a protegerme bajo las robustas corazas que he construido a lo largo de los años entorno a mi persona, frágil, honesta, repleta de bondad y sensibilidad, de amor.

Que quizá, gracias la vida, he percibido la gran mentira de la que había estado escapando. En ésta selva de metal, de ébano y marfil, de sangre y cristal, ya no soy el chico que solía ser, ya jamás seré el hombre que estaba destinado a ser. Eran otros los planes de futuro que tenía para mi.

He estado pensando, intentando dilucidar, que todo esto es tan solo el escudo que me resguarda de todo lo demás, que en el fondo la paz aún reina de forma democrática, que la felicidad sigue sentada paciente, en la sala de espera, aguardando su oportunidad. 
Que sigo siendo el que era, disfrazado de tormenta. 

Lo que era malo no se hacía, no se provocaba, no se consumía, no se probaba. Lo divertido solo tenía que ser eso y la sangre no formaba parte del plan, la lluvia solo en compañía de un baile, el sexo seguido de complicidad y un plan de futuro hecho en una conversación de una hora entre las sábanas.

Abro los ojos y todo está tan nublado que he olvidado que hacía tiempo llevaba gafas, que el karma castiga, que antes me importaba. He olvidado buscar en los ojos de quien me mira la posibilidad de formar una familia, son sus labios ahora los que me hacen desviar las pupilas. 

Los malos ratos ya no son tan malos y los buenos, lo peor. Que hace tiempo ya luché hasta el final, la batalla ha terminado, soy el superviviente del holocausto, el veterano de guerra que ha triunfado y ha quedado atrapado entre cuatro paredes con una bolsa de heroína, soy el músico que busca el do menor en el fondo de la botella, el escritor que encuentra la metáfora definitiva entre las piernas de una diva. 
El proscrito, el perseguido, el que huye sin razón buscando una para poder volver. El que ha aceptado su destino.

Soy aquel que se ha dado cuenta de que hace tiempo era el hombre que siempre quiso ser y que ahora, consciente, ha perdido la oportunidad para siempre. Que ya no nace, que no le importa, que ha encontrado el dulce tras la caída del sol, que ahora el solo de guitarra suena mejor, que mencionar el nombre de aquel gran amor suena a infancia, a tierra mojada, al recuerdo de algo mejor que jamás volverá. 

Una vez fui ese hombre, pienso mientras me busco en el reflejo del cristal del cuarto de baño de cualquier bar. Se me ha vuelto a escapar, me ha dejado tirado, me he dejado atrás. Rock n roll y mucha labia, sabiduría de calle, el fantasma de un gran corazón extirpado sin anestesia, sin tacto, sin miramientos, con mucho dolor. 

Me preparo como cada noche, hablo como cada madrugada, como cuando huyo lejos con el coche. 

No hay segunda oportunidad, me rindo ante la atronadora banda sonora que adorna cada momento de decadencia y caos.

Vamos a sonreír hasta que salga el sol.






Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...