miércoles, 11 de junio de 2014

El sótano

Número uno. Me desvelo, trato de respirar, inhalando sombras, toxinas y falsa muerte en éste viejo sótano que recorre mi cuerpo con cada una de mis pulsaciones. En este sótano, de cielo estrellado, la llovizna me refugia de los tiempos pasados, de los recuerdos nublados donde acostumbraba a esperar sentado en la tercera línea del pentagrama, nunca lo suficientemente cerca, nunca demasiado lejos.

Aquí abajo, en éste sótano de paredes sin límite, la inclemencia del tiempo me reconforta, me ayuda a creer que todo cuanto veo no está ahí y que lo que no alcanzan a distinguir mis ojos es tan real como ésta oscuridad que ilumina mis pensamientos.

En un blanco vacío y un negro rebosante, los crujidos y repiqueteos de ésta vieja estructura gritan silencios, desvelando secretos, escondiendo obviedades.

Hoy salgo a la calle, viuda la acera, me deja caminar sosteniendo mis creencias, mi quebrada expectativa de un aire fresco que me quema la piel. Me sanan las epidemias mundiales y acaba matándome la nauseabunda respiración de un futuro prometedor, tan azul como el fuego.

Creo distinguir entre la multitud una sola gota de soledad, de vivencia pura y espiritual, que me acompaña de la mano a la cárcel de Libertad.


Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...