jueves, 26 de septiembre de 2013

Un tío con suerte

Tienes planes, como siempre. Salís a cenar un sábado por la noche y te has arreglado mucho pero eso no te quita ningún mérito porque estás preciosa, es un tío con suerte. Ojalá fuera él, y no porque siempre haya querido ser alguien que quiere ser negro, ni porque así no sería yo mismo y no estaría tan distante como estoy, sino porque me recuerda a cuando tú y yo empezábamos a salir de incógnito y caminaba a la parada, y en el tiempo que tardabas en llegar intentaba imaginar cómo estarías, y cuando la puerta se abría estabas.... como diez veces más guapa de lo que me había imaginado, y tenía una extraña sensación en el estómago porque me mirabas con mucha esperanza en tus ojos, en vez de ausencia, que es como me miras ahora. Si, es un tío con suerte.



domingo, 8 de septiembre de 2013

Microrelato nº1

Cerré los ojos esperando encontrar un atisbo de vida en mi interior. La oscuridad emergente me subyugaba a creer que jamás podría volver a tenerla entre mis brazos. Las sábanas de seda se transformaban en zarzas cortantes bajo el velo del resentimiento, de todo el dolor y el tormento.

Un beso bajo la luz de la luna, un disparo en la oscuridad.

Un aura de tinta embriagaba mis sentidos, la sangre fluía por el río. No estaba, ella se había ido.

Su voz rasgaba el aire llegando a mis oídos, gemidos de auxilio desgarrando mi mente como papel mojado. Creí adivinar la dirección correcta entre los gigantes de madera que arropaban mis peores pesadillas.
-¡Zach!

El aire escocía en mis fatigados pulmones, mis piernas flaqueaban tras interminables minutos de inútil carrera. No me acercaba, no llegaría a tiempo. Ellie...

Unos metros más adelante el cielo perdía profundidad. Corrí desaforado, angustiado, rezando por la frágil vida de aquél ángel arrancado de mis manos, despojado de sus alas...
-¡Ellie!- grité con la intensidad de mis sentimientos.

Me detuve en seco, congelado. Una luz intensa como el sol emergía tras los arbustos en mi camino.
Indefenso como un espectador retrocedí unos pocos pasos.

Las lágrimas se sucedían en su rostro en un reguero imparable de tristeza y despedida. Caminaba lentamente, atravesando la luz que parecía acompañarla.
-¿Qué coño está pasando? ¿Estás bien?
-Zach...
Era ella, estaba bien, a salvo otra vez.
Me acerqué apresurado, motivado por la incontrolable llama que nacía en mi interior. No se había ido.
Estire mi brazo para acariciar su mejilla.
- Ellie...
Me derrumbé sobre mis rodillas y sentí como mi alma abandonaba mi cuerpo con cada suspiro para huir, presa del dolor.

Pasos toscos y pesados transportaron a Charlie al relato de mi pérdida.
-¿Qué pasa, estás bien?
- Se ha ido Charlie, ya no está.

La noche se cerró sobre nosotros sepultándonos en un baúl de oscuridad y locura.












Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...