domingo, 28 de abril de 2013

Perfil psicológico. Por V.


Brillante, intuitivo, caótico, irónico con tendencia al cinismo, ocurrente, terriblemente curioso. De fuertes y reprimidos instintos sexuales que desvía en forma de hiperactividad y adicción a sus pasiones. Con tendencia a la auto-inculpación obsesiva y la paranoia descontrolada. Egocéntrico. En pocas palabras, cree que es una pieza clave en el devenir de la humanidad.
A buenas, es fuertemente compasivo, inteligente, intuitivo, comprensivo, leal, honorable, fiel a sus principios, íntegro, dulce y divertido. Te escucha, te comprende, te salva de los malos y cuando vuelves a casa te pone calcetines calientes. Si tienes un problema, lo resolverá por ti. Si el tunel está oscuro, él será tu guía. En un buen día, es tu héroe. Te abrirá su corazón con ardientes declaraciones sin esperar nada a cambio excepto que sigas queriéndole igual.
A malas: A malas, su obsesión le lleva al extremo egoismo. Su paranoia le hace cruel e insensible. Necesita tanta entrega de los demás, que confunde la prudencia con la deslealtad. Exigente e hiperactivo como un niño con exceso de adrenalina. Primero dispara, después pregunta. No observa los hechos con imparcialidad, sino que trata de adaptarlos a la realidad que ya conoce. Es la antitesis del método científico. Prefiere hacer las cosas por su cuenta antes de dar explicaciones.
Es terriblemente complicado seguir su ilógica mental. Se enreda en monólogos interminables, obvia información vital, no se esfuerza por comunicarse y pretende que le entiendas. Si no lo haces es que no confías en él (para él).
No es en ningún caso un adolescente. Su paranoia está apoyada por los hechos. Forma “intuitiva y caótica” de trabajar. ¿Chiflado? Sin duda. ¿Un niño de 13 años inconsciente de su entorno? No.
Ama la psicología en un intento por entenderse a sí mismo y simultáneamente, desviar la atención de su propia psique atormentada.
Es agnóstico-ateo.
Dispárame, pero no me despeines. Un lema por el que vive y se desvive. Formal o informal. Parece que el tamaño de su nariz le preocupa, pero en general, está más orgulloso de su imagen que un gato con un plato de leche.
Los contenidos pornográficos le sirven para sublimar su pasión erótica. Las pipas constatan su fijación oral y revelan su hiperactividad cerebral. Las artes marciales revelan su aspecto más físico, su cara de hombre de acción. En cuanto a gustos musicales, es más del tipo Springsteen que del tipo Beatles. O sea, un nostalgico.
Le asusta que su vida sea una mentira. Que el azar domine la existencia. Que no haya un destino  y que constantemente alguien o algo le esté controlando.
Fuerte sentimiento de rechazo hacia la existencia de Dios. La ausencia de respuesta por parte de Dios es una prueba de la no existencia de este. Desvía su ansia de fe hacia otros seres.
Ni se te ocurra pedirle que no se tome a sí mismo demasiado en serio. ¿Es que no te das cuenta de que su vida es un drama griego? Digamos, que no tiene ESE sentido del humor.
Le encanta vestir bien. De vez en cuando se rapa el pelo para autocastigarse.
Le gustan las mujeres morenas, de piernas largas, inteligentes, manipuladoras, sensuales y bastante malas bichas. El amor es para él ese fuego maligno que destruye lo que abraza. Nada le excita tanto como un malentendido misterio que la mayoría de las veces acaba trayéndole problemas. Si le pides que te proteja y te ayude, es tuyo.
Le cuesta entender a las mujeres porque ellas le dan señales sutiles pero contradictorias. Se siente sexualmente atraído por ellas pero los repentinos ramalazos maternales le dejan KO. Le preocupa tanto lo que piensen de él, que nunca lo confesará.
Lo que más necesita es una persona leal y sensata que le haga bajar de la nube en que vive. Alguien que le diga las verdades aunque duelan.
Para ligar con ellas alimenta su ego. Y sobre todo, odia tener que ser paciente y tenaz.

sábado, 13 de abril de 2013

Lo noto

Tienes poder, lo noto. Una descarga al contacto de tu mano, al profundo pozo en tus ojos. El tiempo ha cambiado, temeroso de disgustarte, la sociedad se altera, temerosa de no dar la talla.
Y los hilos que nos unen al suelo que pisamos, que nos enlazan a todos nosotros se hacen, por momentos, visibles entre las motas de polvo.

Estoy en la cola en el estanco, aparece un hombre de veinticinco años justos y pregunta.
- ¿Esta es la cola?
- Si.
- ¿La cola para morirse, no?
Sonrío. Sé que no es casual que me haya levantado con el velo atornillado a la frente, cegando mis ojos. Lo noto.
Entramos en el estanco.
- La cola para contraer el cáncer- le digo.
- Eso es- ríe- es increíble que hagamos cola para envenenarnos- me comenta.
En un aborto de utopía venida a menos, de claridad mental destintada en una charla convencional:
- Y que monten un negocio con ello- le respondo.
- Si, por envenenarnos, ¿verdad?- me recuerda otra vez.
Avanzamos cada uno a un mostrador diferente y en una despedida le revelo el secreto de la eterna confianza humana, de su ansia por pecar si no le revelan el castigo.
- Mata pero no duele- me despido.

Ya extinguido el afán por entender, comprendo que aquel hombre sabía todo lo que había acontecido en mi vida. Al menos, la última semana.

Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...