domingo, 24 de marzo de 2019

Botánica en verso


Hay una flor roja,
ni puta idea de su nombre en latín.

Hay una flor roja,
se siente sola y rara.

Ella no sabe que por ella
se me caen las pestañas.

Ella no sabe que me siento igual
cuando me levanto por la mañana
y la sombra es grande y alargada.

Hay una flor roja,
he transitado senderos que me aterraban,
y no ha sido para encontrarla,
no sabía que ahí estaba.

Ahora tengo problemas actuando normal delante de ella.

Hay una flor roja
que parece un jardín gigante.

Depende de cómo la mire puedo verla, se vuelve invisible
o crece dentro de mi.

Hay una flor roja y nos separa un muro
de palabras rotas
oídos sordos
y
miedos tatuados en el tallo.

Pero me cago en dios,
que alguien trate disuadirme
que no es la más bella flor
entre todas las flores
que jamás un ser humano haya visto.

Hay una flor roja.
no sé su puto nombre,
pero sé el tuyo.

Y te pido que te quedes.

Solo si quieres.

¿Quieres?






jueves, 7 de marzo de 2019

Fotografía a piídos

Hay dos pájaros en sendas ramas de un mismo árbol. Ellos no lo saben, están pensando que el otro ha invadido su encina.

La discusión es más un debate que guarda las formas en apariencia que un concierto de voces.

El problema es que no se entienden. Actúan como si lo hicieran pero pían distintas lenguas y sus perspectivas les impiden darse cuenta, realizar, que están en la misma encina.

Uno de ellos infla su pecho como si de pronto una bomba hubiese detonado en su interior y grita algo parecido a: te quiero pero vete a la mierda.

Entiendo entonces que se conocen desde hace tiempo e incluso es posible hayan compartido insectos en algún momento de sus vidas.

Agarro lápiz y papel y trato de enmarcar la escena como si de un cuadro en movimiento se tratase. Me pregunto de qué color debería maquillar la melodía parlanchina de sus diferencias.

Parece que las discrepancias entre ambos crecen segundo tras segundo. Ha pasado ya media hora y ninguno ha cedido en su postura.

Tardo un rato más en percatarme, lo que estoy viendo no es un malentendido que los aleja pues a pesar de no estar follando en reconciliación ninguno se ha dado por vencido.

Me da la sensación de que la fuerza con la que se agarran a la rama que creen les pertenece es en realidad la resolución firme de no abandonarse. El uno al otro, el uno al ellos entendido por los dos como un nosotros.

Se amagan, se insultan y se sienten ofendidos por la falta de consideración del otro.

Creo que se quieren. Probablemente se quieran matar, pero se quieren.

Pronto la naturaleza me regala un sujeto comparativo, otro pájaro unas ramas más allá. Está cantando algo que existe entre la balada y el reggaeton. Un par de metros más abajo, en otra rama, lo que parece el objetivo del flirteo del ave cantarina.

Está intentando ligar.

Sus pequeñas zarpas abrazan con fuerza la rama que le sostiene y su canto merece el adjetivo denodado sin embargo, en su convicción por conquistar, no capto ni un ápice de la verdad que rutilan mis dos amigos enfrentados.

Y siguen discutiendo, y continúan haciéndolo en idiomas ni tan siquiera parecidos.

He conseguido dibujarlos y he añadido detalles que destacan la fuerza de su conexión, la fuerza que los hace chocar y a pesar de todo no los separa.

Algo le dice el uno al otro que debe haber sobrepasado la línea invisible solo cierta para ambos. Sus alas se abren y salen volando en la misma dirección y sentidos opuestos.

¿Habrá sido este el final de algo mayor que jamás presenciaré?

Me he quedado sordo y petrificado, quizá incluso algo azul, con los ojos clavados en un árbol que a pesar de estar repleto de pájaros ahora me parece vacío.

¿Dónde habrán ido? ¿Estarán pensando en ellos en este momento?

Pienso en agarrar la goma con fuerza y borrar todo lo que he representado. Me entristece profundamente la idea de haber sido testigo de la ruptura de un algo que parecía tan grande.

Abrazo la milan blanca con mis dedos y la acerco a la fotografía con licencias que he captado. Me detengo en seco porque escucho un piar que me pone la piel de golondrina.

Son ellos. Están en la misma rama. Creo que se están besando con la mirada.

Creo que son ellos y se han dado cuenta.


Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...