viernes, 22 de febrero de 2019

Arquitectura de líquidos

Paso hambre buscando respuestas que comer en un bosque de dudas moradas, maduras y sin responder.

Me arrastro como el mártir que se ha topado con los reaccionarios revolucionarios más malos del cuento, como a aquel al que han robado la hogaza de pan que guardaba en el único bolsillo de su túnica.

Llevo bordado JC en la solapa y de poco me ha servido. Me preguntan por el camino si soy el nuevo portento musical del panorama internacional o el mesías del que ya nadie habla.

La palabra de mi padre ya no me la creo a pies juntillas ni yo y se que podría llegar a cantar con la ayuda de un buen estudio. Les miento, les bailo el agua pisando descalzo las brasas de un fuego que años atrás podía hablar.

Un helicóptero me lleva a un edificio de cristal que se yergue en mitad del desierto.

Me han dado de comer. Les cuento que vengo caminando desde Damasco, que la luna y el sol se convirtieron en lo mismo en algún momento y ya no sé si llevo gafas para no ver o para que no me vean.

Sonríen como si Jimmy Kimmel me estuviera entrevistando en prime time y todos estuvieran obligados a encontrar la gracia en cada una mis palabras.

Me siento como si hubiera vuelto a aquellos días en que vivía en las nubes y San Pedro me saludaba cada vez que cruzaba la puerta de la urbanización.

Me proponen relatar la historia de amor que ha marcado mi carne delante de un compositor. Quieren transformarlo en una canción que se baile.

Yo intento decirles de buena manera que las heridas no entienden de ruidos fuertes ni de luces de color.

Ellos asienten, insisten y vuelven a reír mientras toman nota de mi postura corporal y planifican un nuevo corte de pelo. Van a abigarrar y no puedo evitarlo.

Me vendan las manos para tapar los agujeros de las palmas.

"¿Esto es de algún accidente?"

"Me tiró de la bici una paloma blanca que volaba a mi lado"

"¿Qué pasó?"

"Me dijo que era una estupidez ir a buscar a la chica de la que me había enamorado"

Les cuesta creer que quisiera volver a por esos ojos rutilantes que me llevaron a la alto de la cruz.

Contesto que el dolor de aquello se mezclaba por completo con la certeza de que nada me importaba si iba a resurgir como el primer zombie de una peli de género y serie be.

En el taller tallan a cuchilla los posibles escenarios de un videoclip que toda la población venerará.

"¿Ves como no todo ha cambiado tanto?"

Atrapado en una sociedad compuesta por media docena de personas que hacen el ruido de un millón me dejo modelar desde el cabello hasta la punta de mis creencias.

Alguien dice que no a un café y explica el ramadán.

Me planteo la posibilidad de un primo lejano que susurra en sus viajes Alá con una melodía y prestancia que me recuerdan a la adoración constante de un alma que habita un cuerpo y busca un señor mayor de barba blanca con carnet para poder guiar.

Yo siempre lo he llamado Papá.

Les digo que ya no quiero cantar, que me voy a crucificar esperando no resucitar de nuevo.

Me he enfadado, quedado huérfano y ahora la serpiente más mala del más ficticio de los cuentos se ha enroscado alrededor de mi cuello.

Me ofrece una manzana siseando.

"A mi háblame claro" - le digo.

"Que te comas esto, joder" - me dice.

Me dice.



Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...