miércoles, 10 de abril de 2019

Always like a microwave

Recuerdo como si fuera hace dos segundos la intensidad de aquel lugar, aquel que sentí como casa.

Normalmente sueño que estoy allí.

Avanzo sobre mis rodillas para volver a sentir el suelo de piedra.

Veo los colores de todas mis aventuras fundirse con las paredes de aquella casa.

Puedo sentir la adrenalina de creer que todo es posible si se puede pensar.

Aparezco de día, a media tarde o ya entrada la madrugada.

Ceno en la terraza, viajo en mi habitación.

Puedo ver la televisión y elegir donde sentarme.

Me sorprendo con los mismos cuadros como hacía cada vez que volvía a encontrarlos, mudos y manchados.

La luz allí siempre es diferente, la veo como si estuviese cubriéndonos en un manto que trata de proteger lo que sabe siempre será el paraíso.

Si estoy lo suficientemente dormido puedo oírla respirar, inspirar y exhalar todos esos años como si fueran polvo acumulándose en unos muebles que ya no están allí.

Y sin embargo suena a música rebotando en un lugar atestado de objetos y personas.

Suena a ondas cálidas colisionando en un microondas que contiene una civilización infante donde siempre vivirá una parte de mi.

Recuerdo estar ahí por última vez sabiendo que no volvería.

He estado allí desde entonces.




Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...