viernes, 27 de mayo de 2016

La primavera del cambio

El olor ha cambiado, el viento también. Las corrientes de aire ya no me hacen tiritar bajo un sol brillante pero poco acogedor. El astro que nos ilumina tampoco es el mismo de hace unos meses. Yo tampoco lo soy, en realidad ¿algo lo es?

Las relaciones enmudecen, el polen recorre las calles suspendido sobre nuestras cabezas, entre nuestras narices, la luz nos quema y la sombra nos resguarda, llevar gafas de sol ya forma parte del atuendo con el que salimos a tratar de impresionar al mundo. Las pantorrillas del populacho comienzan a asomar y se hace más llevadero permanecer a altas horas de la madrugada fuera de casa.

La primavera ha florecido en nuestros corazones y llueven ángeles del cielo, las suplicas son escuchadas, el perro pasa horas tumbado a la bartola en la terraza y se acerca el día en que abran las piscinas y los niños toquen el cielo de cloro y agua que les hacen olvidar todas aquellas horas de caligrafía que entumecen sus pequeñas muñecas. Madrid tiene un color diferente y a nuestros pies aparece la sombra de un sombrero acompañando a la figura que ha paseado sola durante el invierno.

Se sonríe más, se piensa peor, se quiere follar, los insectos han vuelto y su conquista del mundo está, otra vez, un paso más cerca. Cuesta más estudiar, eso también lo sé.

Se abren rosas, se marchitan corazones, se crean nuevas canciones, se revuelven las hormonas, se forman nuevas uniones.

Ella sigue mal y yo navego entre las promesas de nuevos amores, eso no ha cambiado.

El mundo se oscurece y el termómetro sube, no sé cuánto más podré aguantar, el calor me consume.

Las cartas están sobre la mesa y desde la orilla la marea sube, vienen las olas de cambio, el miedo prevalece, yo también lo hago.

Sigo aquí, en la primavera del cambio.


miércoles, 25 de mayo de 2016

Dime, ¿quién eres tú?

Sabes, estoy tratando de averiguarlo, cómo vivir. Todos lo hacemos, todos estamos intentándolo y fallamos. Entonces nos hacemos las mismas preguntas una y otra vez: "¿Cómo se hace esto, cómo se supone que debo hacer aquello? ¿Está bien así? ¿Esto importa? ¿Importa algo de todo esto?"

Sabes, importa para mi. Pero no toda esa mierda por la que se supone que debemos preocuparnos, todas esas cosas que deben mantenernos despiertos por la noche haciéndonos sentir ansiedad, angustia y mil cosas más que empiezan por a y no son nada placenteras. No son nada que debiese existir, nada que merezca una sola letra en el poema de la humanidad, pero están ahí y casi puedes tocarlas, tan reales, tan desesperanzadoras.

Me preocupa, ¿sabes?. Importa. Estoy hablando de las cosas que hacen brillar los ojos de la gente. Estoy hablando de sentimientos, estoy hablando de amor, risas, susurros, lágrimas drenando los miedos más profundos del alma humana, estoy hablando de sueños, música, recuerdos, el sol aclarando tu pelo en verano, la libertad a la que huele el mar tras un año sin costas, sin sentirlo, sin tocarlo, sin tocarte.

Me importa la gente y quiénes son.
Todos tiene un trabajo, una pareja posesiva, algún tipo de alergia o una nueva rutina de gimnasio. No me importa una mierda. Estoy siendo honesto, no me habléis de eso. Me importas tú, tú no eres nada de eso, no eres el mal humor que te asalta cuando tienes que levantarte de la cama cada mañana, no eres el sentimiento de culpa cuando no estás estudiando y se acercan los exámenes y definitivamente no eres toda esa mierda que la gente dice sobre ti, sea buena o mala.

Eres lo que me dices, eres lo que veo en ti, eres ese relámpago que atraviesa mi corazón cuando hablas con pasión. Eres lo que desearías hacer en este momento si nada importase, si alguien te hubiese enseñado a escribir tu propio destino.

Ahora te lo he contado, estoy intentando averiguar como vivir, como tú, como todos los demás.

Algo ha cruzado tu mente, un pensamiento, un deseo, un sueño. Piensa otra vez, ¿quién eres tú?




martes, 17 de mayo de 2016

Si la vida tuviera un rostro ¿cómo sería?

Si la vida tuviera un rostro ¿cómo sería?

Hoy es café,
mañana no sé qué podría ser,
tinta, sangre, humo, alcohol,
un buen trago de sudor,
tu boca sobre la mía,
mi respiración asqueada de
tu aliento con resaca por
mi alcohol en vena, en arteria o arteriola si
tu dolor me hace matar neuronas en
mi vaso, botella o barril, comprado con
tu sonrisa, dinero o moneda, por
mi pobreza,
mi desaliento,
mi cartera vacía,
mi sucia avaricia,
mi cara de muerto.


En las dos décadas que llevo caminando por aquí, por nuestras calles, bajo el mismo cielo cambiante, sobre las aceras y las calles y los parques y los corazones rotos y los rostros sangrantes, las mismas farolas, los mismos árboles... en las dos décadas que llevo intentando correr mientras camino torpemente, suplicando por una muleta, por un hombro sobre el que apoyarme, creo haberlo visto todo y sé que no he visto nada.

Me he desplazado de conversación en conversación, semana a semana, mes a mes, beso a beso. las lágrimas me han acompañado ininterrumpidamente formando un caudal lo suficientemente triste, lo suficientemente caudaloso como para descender en la vida a canoa, el color del agua ha cambiado, ha sido blanco, ha sido rojo, ha sido negro. Y las voces han cambiado también, altas y bajas, chrirriantes y melódicas.

Siempre cuesta, cuesta arriba y cuesta trabajo encauzar los actos, las motivaciones, los deseos. Me cuesta tanto encauzar las palabras como entender lo que me dicen, lo que escucho y entiendo a medias siempre. ¿Cómo entender lo que me estás llorando, cariño, si en mi cabeza las letras bailan salvajemente al ritmo de una danza frenética y satánica cambiando constantemente de pareja?

Se me caen los dogmas, las imposiciones, los pretéritos se me resbalan, se me queman las posesiones, SE ME ARRANCAN GRITANDO LAS ORDENES, se me resbalan los susurros en cursiva de tus labios entre el martillo, el yunque y el estribo de mi corazón.

No entiendo el orden de los sucesos que nos suceden, me quema la aleatoriedad con que parece golpear la vida, me parece imposible esquivar, evitar, esconderme. Me parece imposible no encontrarme huyendo a mi cama o al polo norte. Me parece lo que me parece, y quién soy yo para dudar de mi propia duda, de yo como un ente perdido, desorganizado, ebrio para respirar, sobrio para beber.

La vida me quema la garganta, me pesa sobre los hombros sonando como en un concierto donde las vibraciones remueven toda la casquería que llevas dentro, desde el hígado hasta los sentimientos.

Ni tan siquiera cuando me rindo tiro la toalla, tengo un por qué. Es un secreto a voces. Te amo. Amo este vórtice estúpido y sin sentido que un día te sostiene sobre las nubes, cogido por las axilas, enseñándote al niño que huye de las bombas países más allá, a la pareja de enfrente follando frenéticamente sobre el mueble de la tele, al hombre que camina por la calle y jamás hace nada que no sea andar por la calle. Al hombre que no se detiene. Al hombre que sabe que es hombre y al asumir las consecuencias asume el fuego que lo devorará por dentro y al cubo de agua que le regenerará las entrañas.

Amo la vida porque me mata mientras estoy vivo, hasta que termine acabando conmigo, para siempre, para nunca más disfrutar lo que me jode mientras respiro.




viernes, 13 de mayo de 2016

Escribiendo el futuro con mi letra de mierda

Está a punto de llegar, el fin de los tiempos, el último tic-tac, la línea que separa el presente del futuro se empieza a distorsionar y, aunque inamovible, juraría que se puede atravesar. El sol se detendrá en lo más alto y entonces anochecerá, las luces apagadas se encenderán, la música comenzará a sonar, con un poco de suerte quién sabe... puede ser Bono el que empiece a cantar.

Crees que te vas a ir, que vas a viajar, tienes la sensación de que todo quedará atrás y el ruido será silencio y en el silencio te encontrarás. La tinta se acabará y los dioses que juegan a escribir los guiones de lo que pasará se convertirán en espectadores del partido sin saber quién va a ganar.

Todo podría pasar y cuando lo piensas, cuando lo pensáis, os empezáis a cagar. El personaje de videojuego se ha dado cuenta de que tiene voz propia, que se puede mover y saltar, los de la obra de teatro de que son actores y tienen una vida tras el telón, con todas sus historias, con todas sus preocupaciones, el Capitán América ha sentido la atenta mirada de los cien espectadores expectantes en sus butacas preguntándose por quién estará dispuesto a luchar, por si mismo o por la libertad.

De repente todo se siente real, los colores saben a cosas, las comidas deslumbran con su cromática, el trago de vino atascado en la garganta, el beso que parece que no va a llegar, el abrazo de despedida en el viejo y olvidado lagrimal, seco como el desierto, cansado como la mirada del esquimal que todo lo ve blanco y nunca vio nada más.

Te preparas para caminar, para hablar quizá, incluso, para por fin decir la verdad. Si los astros se alinean, si las aves migran, si el frío se va y las flores salen a saludar, si las palabras que retumban en el corazón no se atragantan al final, si eres tú y nadie más. Si sabes qué quieres aunque no lo puedas imaginar.

Desde aquí sentado os veo a todos, altos, bajos, delgados o con más peso del normal, de cabello natural o tintado, seguros de amar, esperando la oportunidad, dudando a la deriva, atados de por vida, comparecientes, desesperados, desconocidos y hermanos, nativos o extranjeros, resplandecientes o tristes sumideros, valientes y temblorosos, inamovibles, pasajeros....

Desde aquí sentado os veo a todos y me pierdo buscando mi rostro, intento escribir el guión que los dioses no pueden continuar en una servilleta de bar.

Puta mierda que tenga tan mala letra, ¿verdad?


domingo, 1 de mayo de 2016

Voy a ir con el corazón caliente

No me deja respirar, el aire caliente, la luz ardiente, sol a las cuatro de la tarde en las farolas, sombras alargadas, los coches volviendo a casa, yo suspendido con un cuatro a la altura de la luna.

El traje realizando una descompresión antes de tiempo, mis ojos a punto de reventar y poner perdida la visera de cristal. Se me ha jodido el disfraz de astronauta. Los mareos son cada vez más nauseabundos y el ansia de vida cada vez más difusa. Metáforas en las estrellas, para el traje, mi vida, para la luna, un lugar muy lejos de aquí.

Y resulta que me da igual si es en un Porsche descapotable y el atardecer un cuadro que se derrite sobre la escena antes de los créditos, si es un castillo en ruinas el lugar escogido para la batalla final contra el dragón, contra la princesa, si al final el caballero ensilla su montura y el caballo ensilla al caballero, si es un cohete que a mitad de camino pierde la pegatina de la itv de este año.

Ahora no, no vamos a dar la vuelta. Andar en círculos es contagioso pero nada divertido,

Y si al final es una maratón y el ácido láctico comienza hacerme replantear de nuevo toda la carrera hasta ahora, kilómetro cuarenta, faltan dos, tendré bien claro el camino.

Si voy en un tanque y por la escotilla nos ha caído una granada, el acelerador hasta el fondo, vamos a reventar, avancemos hasta que volemos por los aires porque, si es en parapente como me estoy desplazando, mis pies no tocan el suelo pero la cabeza no debe perder de vista el lugar de donde procedo, así me resultará infinitamente más cómodo analizar el conjunto del viaje.

Si el triciclo no tiene pedales o al tren le faltan las vías más importantes, las vitales, pararé a reparar el impedimento por manazas que sea, por poca idea que tenga, por mucho que diga que no, que no quiera.

Y si pasan los años y es el bastón o la silla de ruedas, intentaré recordar que hasta llegar ahí mis piernas me sacaron de las peores situaciones y que mi corazón me hizo dar la vuelta y plantar cara, por defectuosa que ésta pueda ser, sin casco de astronauta, sin yelmo de caballería, con una pelusa en la cabeza, con la verdad como arma de destrucción masiva.

Voy a ir con el corazón caliente, donde quiera que vaya, vaya como sea que vaya, vaya a ir o esté contemplando el paisaje desde la torre más alta, tomándome un descanso, echándome el piti de antes o el de después.

Voy a ir con el corazón caliente, a caballo o a caballero, al galope o de golpe.




Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...