viernes, 9 de marzo de 2018

Soy tinta en el cielo y agua en tu piel

Me recuerdo lloviendo sobre tu tejado. Las ventanas empañadas y fuera ese susurro de las cañerías disfrazadas de riachuelos transportándome calle abajo.

Recuerdo deshacerme en una carta que reescribía cada mes de agosto. Una carta donde yo era la tinta que se extendía folio y medio por ambas caras. Tengo ese recuerdo, el del repiqueteo de mi cuerpo en las ventanas, el de la pluma impregnándome en el papel con la mejor ortografía posible.

Puedo ver el cielo encapotado de aquel día como si fuera ayer y oler mi perfume a tierra mojada inundando tu ciudad.

Tu tétrica ciudad de barro y gentío y pensamientos recurrentes.

Verte de gota en gota bajar con la carta en la mano dispuesta a leerme.

Recuerdo ser prólogo breve pero intenso, chispear a las cuatro de la tarde sobre tu figura sin paraguas. Recuerdo olvidar la diéresis que no quisimos tener.

Lo veo, el momento en que capitulamos y soy nudo y tromba de agua y caigo sobre tu cabeza con la fuerza de una duda sin resolver. No puedo olvidarlo. Tú corriendo buscando refugio y yo sostenido entre tus manos mojadas corriéndome en rimel negro que transforma mi mensaje en jeroglíficos.

No me pudiste leer. Refugiada bajo una cornisa me intentaste ver, temblando, viéndome fundirme en agua y tinta sobre el papel.

Fundiéndome entre tus dedos, acariciando tu piel. Agua y tinta.

Recuerdo cómo salvaste el final a soplidos que reflejaban la tenacidad con la que me sujetaste la mano tratando de impedir mi partida, mi juego de póquer, mi mano maldita, mi mala suerte, mi azar desabido. Mi larga marcha al apostar y perder. Perderte.

Perder
te
quise.

Lo logré.

Puedo rememorárme desenlanzando con unas últimas palabras las cosas que nunca dije y pensé debías saber y también dejar de lloverme, amainarme la tormenta con las manos frías.

Me recuerdo cesando con un sonido seco y un punto y final. Recuerdo las calles hidratadas y las lágrimas deslizándose por tus mejillas regando tu piel.

Qué puedo decir. Supongo que me deshice intentando hacerme entender.

Espero batir las alas y surcar los cielos sin tratar volverte a ver desde arriba, transformado en pájaro de tinta y agua, que si tengo que volver, ya volveré por otro lado.


Eclipse

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