miércoles, 30 de septiembre de 2015

Tira de la cadena

Tira de la cadena si no te gusta, si te da asco, si te repugna. Tira de la cadena si te asusta, si te da calambre, si, por desagracia, ya no te escucha.

Tira de la cadena si está feo, si eso no se hace. Agarra la cisterna y tracciona con furia, que por querer que no falte, que si se lo lleva la corriente, eso que te quitas.

Tira de la cadena cuando sientas angustia, cuando te fuercen, cuando opines tan diferente que no quede otra. Tira de la cadena si la cosa ya está demasiado sucia.

Si la rima ya no rima, ni asonando ni de ninguna forma, acércate al váter y tira. Tira con ganas, que para mirar hacia otro lado no hay mejor medicina.

Deshiláchate los errores, hazlos jirones, que salten las costuras, que se te caigan los botones.

Tira de la cadena cuando veas que es mentira, que no te gusta, que te hace llorar, que ya no lucha.

Tira de la cadena si no te quiere como quieres que te quiera, tíralos a él y a ella, los recuerdos, las fotos, las discusiones y las dudas. Que gire el agua, que trague el inodoro, que ruja.

Si te queda pequeño, tira de la cadena, si te queda grande, tira dos veces no vaya a ser que con ello no pueda.

Si te da pereza, palo, desgana, vergüenza, miedo y todas esas cosas que no gustan, tira de la cadena y asómate para asegurarte que nada es lo que queda.

Que te ha abandonado, te ha dejado, que queda feo cacho cabrón, que no te quiere ver ni en pintura y de pintura quería hablar yo contigo, ese color es lo más hortera que he visto. Hazme caso, mujer, tira de la cadena. Y digo mujer, porque si le das consejo a un hombre, tirará de la cadena. A los hombres de verdad nadie debe darles consejo.

Si te hace burla, tira, si ya no sonríe como antes, tira, si ya no ves el brillo en sus ojos, tira una vez más. Si te dice que te quiere demasiado pronto, mi vida, tira de tantas cadenas como puedas.

Si es esclava, si es amo, si somos los dos, tiremos de la cadena con las manos entrelazadas y, te digo una cosa, no se les ocurra tener un hijo antes de tiempo, a ver si voy a tener que tirar de la cadena también por él.

Cuando el ayer duela más de la cuenta, cuando la respuesta que te den no sea la que quieras oír, cuando las cosas no te salgan bien, cuando las princesas mueran de cáncer y los malos de placer, cuando los pétalos no se arranquen y las rosas no florezcan, cuando ni el perro te quiera ver, cuando te moleste la rodilla, te duela la espalda o el cuello no te deje ni estar ni ser, cuando lluevan lanzas y los cuchillos te los claven en la espalda, cuando todo pase y no pase nada, tira de la cadena.

Tira de la cadena, amor mío, y será NADA lo que aprendas.

Buena semana.


lunes, 28 de septiembre de 2015

Esto es para mi

Como conejos aullando a la luz de la luna, como náufragos tras el eclipse. Hemos abierto los ojos y la ingenuidad nos ha golpeado en la cabeza. El ritmo es confuso, el suelo en el techo y sobre nuestras cabezas la yema de un huevo a medio hacer.

Nos han vuelto a robar el control, se han vuelto a disparar los picos de tensión, yazco moribundo pinchándome insulina en la habitación. Trato de rascarme ante el picor de no saber quién soy. Mil caras en mi, un borrón en el espejo. Aullando como conejos.

El desierto en Afganistán, el Big Ben en Londres, el temblor en mis manos. El olor de la traición.

Nueve años de coma para poder entender, la duda penetrando en tus ojos, el frío sudor empañando tu frente.

Tan pronto como amanecí el sol desapareció, juegos de luces y sombras a mi alrededor. Como conejos aullando a la luna sin luz, a la luz de tu falta de control, pecados de infante, sabedor del elefante que irrumpe contigo en la habitación. Deshuesados hasta morir, tapiceros del por venir, sodoma y gomorra sobre el colchón.

Y del todo por un si, me esfuerzo hasta el final por si no. Me refugio en lo ambiguo de lo abstracto mientras te contemplo bailar al son del si del tenor. Cuánto rencor. Cuanta maldad, cauto, si señor.

Despiezado como estoy me arrastro hasta el felpudo a tus pies, de zarzas, de rosas, de olor a lavanda, de antidepresivos, de no saber si estar o partir. Despiezado como estoy.

Se me abre el cosmos, se me cierra la garganta. Me cuesta tragar saliva mientras orbito a tu alrededor, me pesa la gravedad tras de ti. Se me juntan los rugidos, los alaridos, los aullidos desde aquí.


Atrapado por lo platónico, lo divino, los siete círculos del infierno hacen una reverencia ante mi. Me los como, los vomito. Me pesa el castigo eterno. Se me escurren las ganas de escribir versos.


lunes, 21 de septiembre de 2015

Adiós

Almas en un patio de juegos, sádicos, inevitables, juegos de muerte y desolación.

Caminamos, nos encontramos y nos decimos adiós. Adiós antes de que te vaya mejor, adiós antes de que me destroces el corazón, adiós por si acaso nos morimos antes o después. Solo adiós. Un adiós que duele en el recuerdo, que araña por dentro, que nos deja solos en un claro de sombras y lamentos, un adiós que se disipa en el viento.

Ni la mayor de las fuerzas impedirá que nos demos la mano y un abrazo, quizá un par de besos. Adiós por las lágrimas que hemos contado, por los polvos que hemos echado, por el apoyo mutuo que no sabemos darnos.

Adiós si te quiero, adiós si el odio nos une como a dos gotas de lluvia en un charco de palabras y sentimientos, de momentos. Adiós por todos los días que nos levantamos pensando que jamás íbamos a volver a vernos, que lo que pasó pasó y puede jurarlo el firmamento. Adiós cuando doblemos la esquina, por si al dar la vuelta ya no nos vemos. 

Adiós para siempre, adiós hasta que vuelva a salir el sol, adiós si haces las maletas, adiós si nos perdemos. Adiós por un hasta luego, adiós si ya no podemos más con ello.

Adiós hasta que lloremos alcohol, adiós cuando separemos nuestros cuerpos, que si los juntamos la despedida será intermitente mientras nos miremos. 

Adiós con sangre, adiós cuando las velas se apaguen. Nos tenemos y no nos podemos. Adiós si alguna vez dijimos para siempre, si siempre fue un tonto juramento. 

Adiós con firmeza, adiós, desde luego.

Adiós en el momento en que nuestras rodillas tocaron el suelo, en el que los espejos se rompieron, adiós con mala suerte, adiós sin comerlo ni beberlo. Adiós por encima del hombro, adiós entrelazado entre nuestros besos. Adiós tejido a mano, adiós mecánico, adiós artificial, adiós forzado.

Nos despedimos en el fuego, adiós blanco, adiós despiertos, adiós en sueños.

A Dios, adiós.

Almas en un patio de juegos, sádicos, inevitables, juegos de muerte y desolación. Adiós en nosotros, adiós por saludo, por reencuentro.

Adiós, ¿te conozco de algo?


viernes, 4 de septiembre de 2015

Se acaba el verano, prepárate para disfrutar

Se acaba el verano y los mosquitos aprovechan la depresión post-vacacional para devorarme en un par de noches. Y yo que pensaba que éste solsticio me había librado. Dios salve a la reina.

Los hay que acaban el verano mejor de lo que lo empezaron, más sexo, más promesas, reciben el comienzo de la rutina con los brazos abiertos y una sonrisa redentora de oreja a oreja.
Otros, por el contrario, han perdido todo ápice del entusiasmo que les elevaba por encima del suelo con cada paso que daban. La carcajada ha dejado paso al llanto, las expectativas a la decadencia, la alegría al boli y el papel, la mesa, el jefe trajeado.

Otros simplemente nos rascamos las decenas de picaduras con ímpetu. Las charlas, los consejos, la soberbia, los acto reflejos recién adquiridos en la cama cierran un verano donde las emociones han calentado más que un mes de agosto refrescante, ensordecedor.

Para algunos acaba el verano, para otros empieza el resto del año. Joder cómo pica. Como iba diciendo, más que de un final tengo la sensación de acabar de destapar el cubo de palomitas. Terminan los trailers de los primeros noventa minutos y comienza la película. Tengo el cinturón puesto, la azafata me sonríe y me promete que todo va a salir bien.
Valencia, Barcelona, un par de semanas de prórroga para dejarme llevar, el comienzo en la posibilidad de no renunciar, de llegar, de encontrar el título que da nombre a la novela que jamás había atrevido a mirar. Contemplaciones las justas, hermanos y hermanas, certezas.... las necesarias, las más altas.

Podría llorar, podría quejarme y lamentar, la noche nos manda a la cama antes de tiempo, el madrugar se hace por la mañana y no al ver la luna brillar, más trabajar y menos charlar y todo eso. En mi caso derramar protestas no es una opción. Lanzarme directo a la boca del lobo, por el contrario, eso si que es una tentación.

Voy a volcar el vaso, a derramar hasta la última gota de mi y, entonces, cuando ambos yazcamos empapados, podré reír de verdad.

No soy un mentiroso, jamás he dicho una sola verdad.

Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...