lunes, 28 de marzo de 2016

Ka

Y ya es la tercera. La tercera vez que cierro la contraportada aprisionando el taco de folios que relatan tu historia. Lo primero que siento es entusiasmo al recordar que no he llegado apenas a la mitad de tus epopeyas. La segunda es melancolía, o más bien pre-melancolía, por eso de saber que estoy un poco más cerca de que cierres los ojos para siempre, que tu creador no te mencionará más a escritura en grito. La tercera cosa es una sensación de deja vu. Esto ya lo he vivido antes.

Antes he sentido que las páginas me absorbían hasta no dejar nada de mi en este mundo más allá del hueco en la silla, que se ha dibujado una puerta ante mi y la he atravesado sin pensar. Me pasó cuando Artemis Fowl demostraba que su inteligencia no tenía parangón, cuando Harry Potter se perdía en los pasillos de un castillo y se encontraba gracias al mejor mapa jamás creado. Y me ha vuelto a pasar, Roland.

El mundo se ha movido, y vaya si se ha movido, viejo amigo. He cruzado el desierto y he pasado días sin ver la luz del sol atrapado en el interior de la montaña, he vivido una noche que duró diez años y he conocido que la clave del universo no es la vida sino el tamaño. He sufrido la fiebre que nos hacía arrastrarnos por la arena de una playa que parecía no tener fin y con los otros tres hemos formado ka-tet. Hemos sido nosotros, ha sido el destino, ha sido KA.

He llevado a Susannah a hombros y he visto a Eddie cargar con el mono a cuestas. Te he escuchado susurrar el nombre de un niño con el que jamás estuvimos. Se me ha partido la mente en dos y he sentido mi alma desgarrarse en consecuencia.

He aprendido a no infravalorar a mi enemigo después de ver como casi, en un descuido, acaban contigo. El hombre que aniquiló a todo un pueblo. El hombre que no se para. El pistolero de Gilead.

Nos hemos sentado alrededor del fuego y nos has narrado a nosotros, a tu ka-tet, como era todo antes de que fueses quien eres. Antes de que La Torre se interpusiera en tu camino, antes de que toda responsabilidad cayese ante ti como un saco de hormigón de una tonelada de pesaje y tú asumieses todo riesgo. Todo riesgo hasta herniarte.

Hemos retenido a un demonio mientras completábamos el círculo, lo hemos utilizado para abrir de nuevo un portal y traer al chico aquí, al final, de una vez por todas. Y ahora, al final,  a la velocidad del sonido, nos has mantenido con vida en un duelo a muerte a base de palabras con una inteligencia que no ha sabido llevar el paso de los años sin abandonar la cordura.

Ahora tenemos que pensar en adivinanzas, y ya pueden ser buenas.

Gracias a ti Acho sigue entre nosotros y el Chirlas no fue rival alguno, Eddie y Su saben que jamás deben olvidar el rostro de sus padres. Has sido capaz de llevar solo el peso sobre tus hombros y has sabido mantener a ralla a los fantasmas del pasado, por ahora. Eddie se parece demasiado a Cuthbert, eso lo sabemos.
Walter-Randall-Marten puede utilizar un millón de formas y siempre lo reconoceremos, porque jamás olvidaremos el dolor que nos causó el enemigo.

Roland Deschain, Roland de Gilead, Roland de Galaad, Pistolero. Gracias por haberme concedido el honor de realizar este viaje contigo. No olvidaré el rostro de mi padre.


Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...