jueves, 9 de junio de 2016

Grito del verbo ladrar

Marlboro ha llegado a la fiesta, desde mi bolsillo, siempre puntual, directo a la puerta entre mis labios, vía libre a mi alma, mal real a mis pulmones.

Hoy voy de negro otra vez. Es el color de mi pelaje, bueno, en eso no me he fijado. Esta noche no encuentro el frío que me ordena marcharme a casa, a enrroscarme bajo el edredón.

Barra libre de oportunidades, cerramos con el ocaso, cuando el mar esté en calma, cuando tengas la decencia de hacerme caso. Pórtate bien, sé bueno, me dice la carra de perro que me devuelve el espejo. Me sonrío, el chucho ya ha pensado dónde va a mear, el número de veces que levante la pata lo deja al azar. 

Me sacudo las pulgas de encima, me coloco el tupé con el pulgar, mis cuartos traseros aún están por reaccionar. Vibra el teléfono, conduzco por el barrio de nuevo, bajo la ventanilla, me he sacado a pasear, saco la lengua, comienzo a jadear. 

Camino con el resto de animales, en el zoo sirven cerveza, no me encuentro los dedos para contar. Bebo hasta olfatear. Oigo al gato de al lado maullar. Se ha atragantado con el humo, otra vez, una bola de pelo va a vomitar. 

Los aspersores saltan, el verde comienzan a regar. Reímos sin poder parar, sin saber que nos estamos yendo, en realidad.

De pronto un hueso volando en forma de mensaje en mi teléfono, muevo el rabo, salgo disparado como cohete hiperespacial. La contesto, debería darme igual pero esta noche es especial, incluso el agua lleva gas. Noto las burbujas estallar en mi cerebro, la efervescencia creciendo y aúllo a la luna como si fuese mayor, más salvaje, más letal. Lo tengo claro, es ella a la que debería hacer aullar, la que me quiere castrar. 

La noche ha terminado, todos de vuelta a casa, por la puerta de atrás. Podría ser peor, podría ser el veterinario. 

Cacarean, bufan en tono de burla, croan a modo de despedida. Chocamos huellas, hasta que nos vuelvan a sacar, me separo. Esta noche vuelvo a pata, como buen can.

De camino a casa mi sombra es alargada, como de pastor alemán, y la hija de perra me ha hecho llorar a gimoteo vivo, sin lágrima alguna.

Esta noche voy a soñar.





Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...