lunes, 28 de septiembre de 2015

Esto es para mi

Como conejos aullando a la luz de la luna, como náufragos tras el eclipse. Hemos abierto los ojos y la ingenuidad nos ha golpeado en la cabeza. El ritmo es confuso, el suelo en el techo y sobre nuestras cabezas la yema de un huevo a medio hacer.

Nos han vuelto a robar el control, se han vuelto a disparar los picos de tensión, yazco moribundo pinchándome insulina en la habitación. Trato de rascarme ante el picor de no saber quién soy. Mil caras en mi, un borrón en el espejo. Aullando como conejos.

El desierto en Afganistán, el Big Ben en Londres, el temblor en mis manos. El olor de la traición.

Nueve años de coma para poder entender, la duda penetrando en tus ojos, el frío sudor empañando tu frente.

Tan pronto como amanecí el sol desapareció, juegos de luces y sombras a mi alrededor. Como conejos aullando a la luna sin luz, a la luz de tu falta de control, pecados de infante, sabedor del elefante que irrumpe contigo en la habitación. Deshuesados hasta morir, tapiceros del por venir, sodoma y gomorra sobre el colchón.

Y del todo por un si, me esfuerzo hasta el final por si no. Me refugio en lo ambiguo de lo abstracto mientras te contemplo bailar al son del si del tenor. Cuánto rencor. Cuanta maldad, cauto, si señor.

Despiezado como estoy me arrastro hasta el felpudo a tus pies, de zarzas, de rosas, de olor a lavanda, de antidepresivos, de no saber si estar o partir. Despiezado como estoy.

Se me abre el cosmos, se me cierra la garganta. Me cuesta tragar saliva mientras orbito a tu alrededor, me pesa la gravedad tras de ti. Se me juntan los rugidos, los alaridos, los aullidos desde aquí.


Atrapado por lo platónico, lo divino, los siete círculos del infierno hacen una reverencia ante mi. Me los como, los vomito. Me pesa el castigo eterno. Se me escurren las ganas de escribir versos.


Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...