lunes, 15 de octubre de 2018

Voy a despensarlo

Un huracán que vive en China disfrazado de bomba nuclear ha caído en mi habitación. Me ha contado poco sobre el viaje.

Peinaba canas como si hubiera vivido en travesía mil y una aventuras. Una bomba que ha llorado al notar fracturarse el corazón contra la pared recordando haber abandonado al amor de su vida.

Ha sido como empezar la fiesta por el final: despidiéndose en malas condiciones caminando marcha atrás para terminar vomitando toda copa bebida y abrazándose en un grato gesto de cordialidad.

Es como un laberinto donde el otoño se ha perdido para siempre. Uno marrón que disfraza el suelo de sus pasillos con el recuerdo del verano derrotado.

Una exposición de motivos de arte moderno. 

Mi cabeza meditando en la cara oculta de la luna.

Veo Quechua en el forro polar y algo me transporta a una pirámide maya sufriendo la colonización, escalón por escalón.

Es el final, el principio de algo nuevo, una sociedad colándose por el desagüe de la guerra enculturando una nueva tierra. 

Soy yo convertido en limpiacristales en un piso cien tiritado por el viento.

Espasmos de frío y vértigo, miedo y calor. Miedo al movimiento hacia abajo.

Voy a despensarlo en el pantano de mi yermo árido y olvidado. En la ciudad perdida de Dolor. 

Soy un cazatesoros con sombrero de vaquero y una araña en el pecho. La viuda negra de mi fuerza interior. De mi capacidad de compasión, sacrificio, voluntad y color.

De brillar como una enana blanca recién nacida en la cuna interestelar.

He visitado planetas que hace mucho contaban con rascacielos de cariño y sonrisas. Los he visto caer, desaparecer en lo más profundo del universo conocido.

Brilla como si acabara de encender en un estertor de realización.

Suena a rock de litro y medio descorchando el solo. Los pasos de tu chico al correr. La cama gimiendo de dolor y tú de placer.

Entra el frío Catrina por la persiana y me revuelvo en la cama entre cuatro paredes y una sábana.

Comenzaré despensando las gotas de agua en mi ventana.

Reconstruiré tu rostro cada mañana en un campo de flores donde los muros son robustos y nuestro amor lento como la mejor de las llamas.

Guardaré el extintor bajo la cama. 

Te querré sobre la almohada.



Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...