lunes, 14 de abril de 2014

Tan alto como el mar

Ya no sabes que colocar, tu mano es velocidad. La hoja en la máquina, el tabaco en tu boca, sin filtro, carente de realidad.
Se alza, a lo lejos, el árbol de la vanidad, un día ficticio, al otro, palpable de verdad.
El verde ya no es verde, clorofila de los noventa surca las calles. Es una melodía enferma, la fiebre le procura toda la intensidad. Punto y coma al día de ayer justo antes de explotar.
La estatua aguanta la respiración y los pájaros de piedra transmiten venéreas historias, colérica y fanfarronas, reinas del más acá.

Y nuestro mundo queda en stand by.

Clic y gas, un cielo oscuro, un mar que duda aterrizar sus espumosas olas en la orilla. La arena me insulta mojándome los pies porque ya no está conmigo.
Te veo, a lo lejos, sonriéndole a otro hombre. No vas arreglada pero da igual, tus pies son perfectos, tu mirada, inaudita. El rubí corre por tu cuerpo reflejando esmeralda de tradición pura. La caspa más dulce en el pueblo de los nubarrones.
Y corro sin parar tras las sombras del pasado, me inclino, sagitario, ante el precipicio más desgraciado. Dime si quieres que vista todo desaliñado.
Estás ahí, zafiro de verdad, y luchas, incansable, por recuperar algo de aquellas lunas rebosantes de sexualidad.

Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...