martes, 28 de octubre de 2014

Discapacitado

Me miras desde tu esquina, oscura, muerta, dolida. Me respondes con un gesto que simula alcohol. Me lloras desde un pedestal, divina comedia, las jodidas burlas de un ente ancestral. 
Esperas encontrar en mi un amor, un animal, algo donde esconder toda tu mirada, refulgente, pálida.
Recuperas el aliento queriendo más, inspiras por tu nariz tragando los sentimientos que no te dejan, si quiera, respirar.
Me has mirado otra vez, me has mirado para mal. La hiel en tus dientes y la aguja en un dedal, todas tus poesías bajo aquella blusa harapienta y sucia, hilada por segundos de derrotismo y poco afán de todo y nada.
Moqueas en un festival de gritos y sangre, tu tinta carmesí en el asiento de mi coche. Mi cabeza a mis pies, señoría.
Respondo con un sonido seco, altruismo del medieval, y espero paciente al roce del más frío metal. 
Me susurras arcadas y yo, también.
Lame mis ciudades, responde a mis escapadas, anhela mis inquisiciones. 
Espera a cubrir mi rostro con legañas, desvela cuando ambos nos movemos, si nos reímos, en este cuento. Friega mis entrañas y espera, despacio, a recubrir todos mis recuerdos.

Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...