martes, 1 de noviembre de 2016

Limpiando mi casa

Se me han caído al suelo, las cosas que me dijiste, las cosas que recuerdo, el calor intermitente que me arropaba durante el día. Me he quedado fuerte y aún así con las ganas colgando.

Estoy acatarrado, la garganta me castiga cuando trago saliva y han atrasado la hora. Se hace de noche demasiado pronto, ahora lo hago desde la oscuridad, pero te sigo insultando. No es lenguaje violento, nada horrible, nada feo, solo un pensamiento. Uno que me reverbera en la cabeza y que me califica a mi mismo por mucha rabia que me de admitirlo; ´cobarde'.

Estoy terminando de barrer los restos del último desastre que tiempo atrás se erguía robusto y edificado y ahora es polvo sobre el parqué de mi memoria y pienso, pienso varias cosas. Pienso y no entiendo por qué sigo insultándote si no debería estar haciéndolo, si me encuentro bien, si solo fue un momento, aunque si, echar, te echo de menos. Pienso la práctica que tengo, lo bien que cojo la escoba, cómo me desenvuelvo.

Pienso en lo cansado que estoy de cansarme de barrer y en lo tranquilo que me quedo después.

No te extraño de una forma que duela, más de una forma que da bajona por perder algo bueno. Algo a lo que no me dio tiempo a acostumbrarme pero que suavizaba las asperezas con las que tenemos que lidiar día a día. La vida, ya sabes.

Ya solo me queda la cocina, en poco tiempo no quedará nada de lo que hoy son los restos y lo que ayer eran cuerpos enteros, imágenes claras y pequeños gestos que se sentían como el principio de algo nuevo. Solo queda la cocina y aún en el último momento, en el repaso final de los acontecimientos, aún no estoy seguro de haber vivido nada más allá de un cuento que yo mismo me contaba, con los dedos de la mano, a susurros en la cama, antes de cerrar los ojos y decirme 'hasta mañana'.

Y como siempre, al despedirme, una parte de mi mismo me abandona, marchando de la mano con la persona. Es esa parte de mi que existía al tiempo que lo hacías tú, esa parte que te dijo todo lo que ya sabes y lo que no también. Perdóname si quedó algo en el tintero, si pareció que todo esto me importaba demasiado o demasiado poco, solo me importó lo que lo hizo, ni más, ni menos.

Se me ha caído al suelo tu nombre, has manchado, estoy escurriendo la fregona. Lo reconozco, soy un melancólico y ahora anochece antes. Quizá sea por eso, quizá no, quise echar un último vistazo a todo esto, eso es todo.

¿Sabes? Incluso puede que esto no sea un adiós, puede que aunque ya haya limpiado el recuerdo un nuevo castillo se plante inamovible en mi pasillo, quizá al final del todo, en el futuro. Puede que lo hagamos juntos, ya sabes, ladrillo a ladrillo.

Estoy pasando la fregona y pienso....

'¿Cuánto tardará todo esto en volverse a manchar?'


Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...