Quiero que estas dos frases se casen y tengan hijos.
No me importa si a priori se sienten en antípodas de lo emocionalmente abstracto. No me molesta que sus adjetivos desprendan frío o calor.
Pueden llevarse bien, como la vida y la muerte, por ejemplo. Dicen que lo hacen porque son la misma cosa, personalmente no lo creo.
Creo que un perderse a uno mismo durante un par de horas a varios kilómetros de casa y pensar sí son una misma cosa, o desbaratar los planes de uno mismo menos cada vez y crecer, esas también son la misma cosa.
La misma cosa disfrazada en halloween, en carnavales o en casa si te sientes un superhéroe, pero la misma cosa.
Nacer y morir, yines y yangheces aparte, no lo son.
Un ladrido a las tres de la mañana y tu tristeza: definitivamente putas almas gemelas.
¿Madrugar e irse a dormir? Ven y defiéndelo.
Vienes como una habichuela, empapado y estás llegando tarde a la oficina. Sin embargo, ¡ay sin embargo el irse!
Lo has hecho todo y en un instante es nada. Claro, que hablo de ti, los que se quedan lo hacen con un legado pero ese es otro tema.
Estoy hablando de juntar las manos de un rayo de sol acompasando la mejor de las brisas y la de una tormenta en el día más negro de tu vida.
Dos cosas que pasan mientras estás vivo, viva, respirando hondo raptando los olores del cuadro que te mece o deseando no hacerlo más tiempo.
Hay una realidad medible, una realidad insultantemente pragmática que muchos niegan y que yo, personalmente, trato de agarrar con uñas y dientes cuando lo veo todo negro o se me hace de noche horas antes de tiempo.
Esa es más bien neutral. Oye, cabréate con otro, las cosas son como son al menos en esto que te estoy contando. No haber preguntado.
Digo que es neutral porque con literalidad despiadada nada le preocupa lo suficiente para interceder. No lo hará por mí, no, por ti ni de coña. Deja de leerme si quieres pero antes respóndeme a esto, ¿cuántas veces el muro de ladrillos que te separa de la tienda al otro lado se ha desvanecido para permitirte el paso?
No me lo digas, estás colocado. Estoy hablando en serio. Así es, nunca.
Esta es la realidad que los científicos dicen que importa. Bueno, no lo dicen pero sin duda lo piensan, quiero decir; no hay ningún país peleándose por estudiar cómo te afecta esa ligera depresión que arrastras a los colores que te rodean. Prefieren investigar sobre el planeta, los átomos, el cáncer...
Sin embargo, a contracorriente y con un solo brazo, diré que esa no es la realidad que importa. Es la otra. Bueno, al menos la que debería importarte a ti.
La que te hace ver la misma habitación un día como la torre de un castillo en un cuento de portada cursi y título Qué Bien Se Está Cuando Se Está Bien y otro como la bóveda húmeda, tenebrosa, asfixiante y tortuosa donde ese demonio de rostro cambiante te ha encerrado para siempre.
Cuando me pasó a mi cierta sensación de euforia me embargó; "ahora si que tendré tiempo para escribir unas buenas y cortas memorias". Off topic de nuevo, mis disculpas.
Esta realidad que se alarga, acorta, palidece, tiembla, grita o quema dependiendo de ti es sobre la que deberíamos centrar cada esfuerzo.
No voy a tomaros por tontos, jamás os diré que cuando lo hagáis podréis manejarla a voluntad, conoceros, ser felices, meditar flotando a dos palmos del suelo.
El autonocimiento no es lsd, ¿de acuerdo?
Pero no me cabe duda, y si cabe ahora la disparo, que en el mismo momento en que descubres por qué el lunes pasado el mundo te agarraba del cuello a dos manos mientras te gritaba "¡estás despedido!" y ahora el verde de los arbustos más feos y secos brillan y la gente que no te conoce por la calle te sonríe con la mirada desbloqueas un logro. Si coño, un trofeo, un doble check. Que te tomas la pastilla roja de Matrix en un tris y ya no hay vuelta atrás.
Te has dado cuenta, que no parece muy útil pero te consuela como un edredón aterciopelado bajo la nieve un veinte de enero.
Ahora puedes jugar. ¿Cómo era?
Hay sol y aire y parecen un gato jugando a cazar un pañuelo, lo ha hecho y lo ha matado. Ahora llueve sangre, hay que refugiarse en los portales. Eso si, el gato es precioso.
Nosotros somos todo lo que existe, ¿entiendes?