Podría hacerlo por siempre y nunca viviría fuera del vientre materno.
Me siento seguro y alguien con la mano floja rompe la placenta de cristal que me transforma en superhéroe. Solo soy un anti-algo ahora. Me he contaminado con realidad y la complejidad de mis acciones navega desde la Biblia hasta Cincuenta sombras de Grey.
No puedo borrar el holocausto ni tu mirada de las cosas que han pasado y me cambiaron para siempre.
No puedo desdecir todas las quejas que la resaca de ser y estar traen a la orilla de mi boca. Quizá escupa un poco de sal, tal vez sea veneno que cure el carbón en la piel.
Ahora estoy condenado a ver llover bajo techo. Si entrecierro los ojos como cuando voy a besarte puedo notar mis huesos calarse de plomo, del tuétano al periostio. He sido un esqueleto malo y ni siquiera es Halloween.
Sudo frío que viene de la tundra que me abriga por dentro.
Despacho a todos aquellos que no dudan, se retienen el llorar o tratan de cambiar la bandera del mundo de color. De verde a roja, de transitable a "precaución, vais a naufragar".
Le abro la puerta a perros y personas que saludan al entrar, en ese orden. Solo quiero a los mejores si vamos a tener que luchar contra tantos miedos y dolores.
En ocasiones recuerdo aquel tiempo en que vivía en una copa de vino. Miro las suelas de mis zapatos y encuentro sorprendido un chicle que jamás podría haber pisado si a alguien no se le hubiese caído mi copa.
Extraño soñar entre taninos. Estoy satisfecho de poder pisar el suelo. Sueno como un cartel de autopista indicando ambos polos en el misma sentido, si me piensas con detenimiento, tengo dirección.
Gas es todo lo que necesito. Y tú, mi motor.
Podría cambiar de vehículo pero hazme el favor, no me hagas apearme, no me hagas rezar, no me hagas arrancarte, no me hagas cambiar, no me hagas llamar, no me hagas.
Dame.
Color tinto escribo las horas de insomnio en las peores noches, cuadros de gotelé sobre mis ojos en el museo del techo de mi habitación. Podría decir impresionismo pero quiero tu voz susurrando rococó desde mi almohada, desde tus cojines. Tenemos que negociar eso.
Cuando vivía flotando tras el cristal de un vaso me di cuenta de algo:
"La gente ahí fuera parece tener problemas. Creo que estará bien si te tengo a ti."
Y tal vez no sea ese el mensaje que esconden las trampas de nuestra percepción, tal vez era mi visión difuminada por la grasa de la huella dactilar del borracho que me quiere beber, pero tal vez no.
Tal vez siempre encuentre un motivo pero, elijo decir, espero que tú siempre me encuentres a mi.
Solo búscame, soy fácil de encontrar.