Somos dos perros que se ladran amor.
Yo soy el que olfatea rincón a rincón buscando tu olor. Tú la que espera que la encuentren con esa pose de no te esperaba por aquí y sin embargo llevo tanto esperándote.
Somos dos enemigos que se sostienen la mirada sobre las muertes de devotos e inocentes.
Dos genocidas que se hieren.
Yo soy el del bigote de cepillo y tú el calvo con los ojos demasiado pequeños.
Somos la faraona y el emperador callando las ganas de follar, veneno en mano y dolor en el corazón oculto cuando los nuestros nos empujan a asesinarnos.
Somos dos abejas que no saben si se pelean o bailan swing sobre las flores.
Somos el espejo y la mala suerte desternillados de la risa ante la ignorancia.
Somos más de los siete años de maldición que nos han perseguido hasta el confín de aquello nos hemos atrevido a soñar a puerta cerrada.
Soy la duda, tú la certeza. A veces al revés. A veces ninguno.
Nos vi caminar de la mano y ya no sé si sucedió. Creo fue alguien más quien lo hizo, no yo.
Hay algunas cosas que me gustaría decir y no sé si son verdad. Sé que no las querrías oír. Sé las cosas que hemos firmado con silencio callar, al menos, con la boca.
Somos la fría distancia que separa dos puntos que se quieren unir. La línea recta entre tu boca y los latidos de un corazón que esperaba desbocado y encontré remanso de certeza y serenidad.
"Lo sabía" siendo las palabras que una de mis voces quiere gritar.
"No sé por qué te sigo" siendo la duda que una de mis voces cuela entre mi yunque y mi estribo.
"No me importa una mierda" dice mi razón vistiendo de blanco a tus dudas de domingo tarde y chándal.
Somos dos gilipollas que se contradicen cuando tienen las manos uno encima del otro.
Y no las apartes o podría replanteármelo todo desde el principio. Sería capaz de pensarte la mitad restante de mi vida y llegar mal y tarde a una capilla en algún prado de película para gritarte que volvemos a estar en las mismas y decirte todo aquello que firmamos con silencio jamás verbalizar.
Dices que nunca te escribo bonito. Ojalá pudiera leerte lo que tú me escribes por dentro.
Somos dos perdices que intentan no ser devoradas.
Yo tengo miedo y tú no.
Tú eres preciosa y yo soy suficiente. Por mí, genial.
Somos dos personas que se piensan, hieren, miran, entienden, discuten, lloran, abrazan, sienten.
Y aun sin haberlo dicho aquí mancho mis pensamientos, gritándote que.