Hazlo como si tuvieses cinco años otra vez. Agarra la pintura con la fuerza con que solías hacerlo y destapa el entusiasmo que te llevaba a sacar la lengua entre los dientes cuando la cera rozaba colonizadoramente el papel. Enséñame esa concentración que te hacía perder noción de todo lo demás de tal manera que terminabas mordiéndote la lengua. Que terminabas manchando de sangre ese dibujo que era yo.
Coloréame.
Demuéstrame los primeros destellos de talento sin pulir que anticipaban una técnica de campeonato. Dame forma de manera sencilla, bicolorista, bocetéame. Déjame aparecer en blanco y negro, construido a base de sombras y reflejos. Usa el carboncillo sobre mi y mancha tu dedo tratando de pulir esos pequeños detalles que en tu juventud comenzaste a apreciar. Refleja en mi cuerpo todas las dudas sobre el mundo que te envolvía y te hacía perder la cabeza. Hazlo tranquila, hazlo adolescente.
Coloréame.
Acaríciame en tu mente, proyéctame con tus superpoderes sobre el lienzo en blanco. Enfoca el trazo, encuentra el estilo, delinéame con la sabiduría que te han otorgado los años. Bórrame cuanto necesites hasta que no dudes más. Hasta que sepas que me quieres. Y déjame así, porque no soy perfecto y ambos lo sabemos. Soy quien tú sabes que soy, con mis ojos desalineados, con mis gestos desproporcionados. Retrátame como me sientes, no como me ves.
Coloréame.
Con o sin temblores, con calva o canas. Transfórmame en la caricatura que tu sentido del humor exija. Sonríeme como cuando eras una niña y salpicate las gafas al mezclar los colores en la paleta. Déjame sin respiración a base de historias, porque ahora hablas cuando te concentras, aprendiste cómo no morderte la lengua. Susúrrame las aventuras que te otorgaron la habilidad de la que ahora haces gala. Tómate tu tiempo, aprendiste a ser paciente, lo hiciste al final, después de todo. Déjame reposar durante días al sol y que se seque la pintura, que se resquebraje mi mirada acuosa y desteñida por el calor. Por la vida. Por el color.
Salte de los bordes si lo ves necesario. Píntame fuera de tu vida, dibújame cuando estés lista y las ganas se deslicen por tus mejillas como acuarelas de sal.
Hazlo como quieras, pero coloréame, dame vida, dame color.