Estuviste ahí para mi cuando te necesité, yo estuve ahí para ti para lo mismo. Estuvimos ahí y eso nunca podrá ser borrado, es parte de la memoria del universo, ¿sabes?
Es parte de nosotros.
No fuimos uno, nunca, fuimos tú y yo y nos gustaba de esa manera porque a mi me gustabas tú y yo te gustaba a ti. Si, yo tampoco podía creerlo pero no me dejaste alternativa y no pudo gustarme más.
No fuiste una elección, fuiste una oportunidad. Una oportunidad de refugiarnos en el sofá y solo ser. Ser tú y yo.
Éramos dos desafortunados desventurados encontrando la suerte en un trébol de cuatro hojas en las manos del otro. Éramos caricias sin final envueltas en una espiral de mirarnos a los ojos y no cansarnos de existir. Era imposible.
Éramos los dos pero nunca existimos. Quizá en universo alternativo, en una realidad paralela donde yo no tuviese que escribir mientras intento adivinar a que huele tu piel, cuánto habrías querido tenerme entre tus brazos siendo solo los dos.
Siempre te quise aunque jamás lo hice... porque no estás aquí y yo... tampoco.