miércoles, 17 de agosto de 2016

Hasta luego

Despidiéndome se me congeló la piel, diciendo adiós me salió urticaria y se me quedaron pequeñas las zapatillas.

Tengo miedo.

Al dolor, a tus ojos humedeciéndose en la distancia, al calambre de desesperación que me retuerce el espinazo y me hace saltar como si de un gato me tratase.

Nunca supe que no te volvería a ver hasta que tu pelo y tu culo se perdieron a la vuelta de la esquina. El último beso que tampoco se avisa, que es y ya está. Por eso lo de besar, abrazar, mirar y amar como si no hubiera un mañana.

Por eso dejártelo caer.

Porque las evidencias no escapan a la ley de la gravedad y con todo su tonelaje caen estampándonos contra el suelo, por su propio peso. Porque si te miro y te quiero te estoy diciendo que corramos de la mano donde jamás esperasen que huyésemos.

No me gusta tener que decirlo, ni tal como es ni en ninguna de sus variantes: hasta luego, chao, nos vemos... No me gusta cuando no quiero hacerlo. De acuerdo, quizá nos tengamos que marchar, uno de los dos tiene algo que hacer y entre esas cosas una es romper la fantasía que nos lleva envolviendo toda la tarde, pero eso no hace que me guste ni un ápice más.

Hasta luego y una mierda. Hasta ahora, me cago en Dios, suficiente tengo con estar vivo y no saber por cuántos segundos más como para permitirme el lujo de perderte de vista durante las próximas horas.

Chao en latinoamérica sirve también para encontrarnos, para saludarnos, para decir hola. Solo estamos al otro lado de un pequeño charco. Date la vuelta y encontrémonos otra vez.

Nos vemos... no me vale. Te estoy viendo ahora, estoy viendo tu cara b caminando en dirección opuesta a mi, caminando sobre un asfalto que susurra a cada paso que das "mañana veo si tengo un hueco".

No me entiendes, crees que te miento.

No me importa si mañana tienes que trabajar más de la cuenta, si madrugas o anocheces o no vas a dormir nada, si tienes que ir a ayudar a tu padre a hacer la mudanza o si has quedado para cuidar de la hermana pequeña de tu mejor amiga. Si te vas de cañas, de tintos o de bolos.

Puedo convertirme en todo eso si te paras y frenas en seco, si has entendido en el país de tu cabeza y giras sobre tus pies y vuelves a encontrarme con tus ojos ciegos. Si te acercas con ese paso que es mucho más sensual cuando te me vienes encima, cuando acudes a mi. Puedo ser todo eso y mucho más si te detienes a escasos centímetros del disfraz que me he puesto para salir a la calle y me tocas y lo atraviesas y haces contacto conmigo, piel con piel.

Cuando sientas el calor, el fuego, mi amor llamándote a grito pelado en el mayor de los silencios.

Ten cojones ahora a decirme hasta luego.


Eclipse

Hay un caballo corriendo en mi mente. Se aleja de mi frente al galope y cabalga sobre los cuerpos callosos, las circunvalaciones de mi encéf...