Explotados. Masacrados, expuestos a las desavenencias del tiempo,
a la intemperie sin el taparrabos, desastrosos y desolados. Si el tiempo
quiere, nos concederá el beneficio de la duda.
Hubo una vez en que las cosas fueron fáciles. Castillos, peleas
con final feliz, una brecha en la coronilla y un seis en conocimiento del
medio. Hubo un tiempo en que los corazones volaban alto y nunca se rompían. Sonrisas sinceras e insultos que se desvanecían
al final de la tarde.
Hemos viajado lejos, nos hemos olvidado de meternos en la maleta y
hemos terminado tan desnudos como alguna vez siempre estuvimos. Somos juguetes
rotos que un día circulaban a toda velocidad, corazón en mano y voz en grito. Y
ahora, corrompidos como yacemos, ensuciados hasta los pulmones, enmudecemos. Te
van a hacer daño, le van a hacer daño, la vas a destrozar, va a acabar contigo.
Este es el disparo final, no hay perdiz que devorar. Tu cuerpo ya no es tuyo y te
desangras en el suelo pidiendo clemencia al cielo donde las nubes dibujaban arte,
donde la luna estaba al alcance de las manos. Y ahora la fuerza se te va en las
intenciones, se nos va momento a momento, exhalando actuaciones, propiciando
daños. Daños en forma de lágrimas, caricias en sepia, tan lejanas en el tiempo
como aquellos años de brincos y combates imaginarios.
Ya no estamos donde estábamos, las cosas han cambiado, tú has
cambiado ¿acaso no lo ves? Se nos van los esfuerzos en sueños, los besos se
quedan en eso, en miradas cargadas de intenciones, de arranques frustrados.
Y la gente se desvanece, envejece, todo pasa al mismo tiempo.
Fantasmas transitando un presente despreciado en busca de un futuro prominente,
uno que se nos escapa a zancadas, huyendo de los monstruos que lo persiguen.
Cada día es un zarpazo, una cicatriz en la mejilla y los gritos
reverberan en las paredes, la ira en nuestras manos, la vida fracturada, los
huesos calcinados.
Qué lejos has quedado, amada mía. Y no nos queda otra que sonreír,
que tomarlo con humor mientras los ojos se nos cierran para no volver a
abrirse. Es una bonita última mirada al nunca jamás, al entierro de la
oportunidad, defenestrados nos hemos dejado.
Es un último intento, un último empujón. El café se queda frío. Se
nos ha ido el momento, se han separado los cuerpos. La sangre sabe bien.