mirarte.
Porque ni los versos en prosa de Salinger, Frost o Hemingway podrían enmarcar en palabras el escalofrío que me provocará palpar el contorno de tu cuerpo. Esa fina línea negra inexistente que es horizonte de piel. Ese mapa fino y suave y pálido moteado en pecas, lunares y mis dedos.
Las puntas de mis dedos.
Tu espalda desnuda y yo mareado bajando por ella. Y yo mareado agarrándome a tus caderas para no tropezar y precipitarme a un vacío donde tu voz y tu cabello me envuelvan para siempre, a un lugar desde el que no sepa volver a casa.
Me enamoraré por un abrazo bien dado que al cambio valdrá dos te quieros y cinco bastantes con veinticinco quédate a mi lado. Pagaré al contado, extenderé el cheque firmando en tu cuerpo, siguiendo la línea de puntos que te va desde los tobillos hasta las muñecas recorriendo todo eso que sientes y no me dices para no dejarme sin sueldo, sin un duro, con el bolsillo 'pelao' y la cartera desamueblada.
Para no deshauciarme
desde dentro.
Miraremos juntos por la ventana al sol ponerse para después salir y lo juzgaremos todo. A los que pasean con y sin perro, a las señoras bañadas en colonia y a los vagabundos sin olor ni pelo. Encontraremos algo sobre lo que reír y nos desnudaremos tras los cristales de nuestro altar.
Me enamoraré y me romperás el corazón cuando todo sea demasiado bueno. Lo harás y será justo antes de ese instante en que la felicidad se pose sobre mi nariz para yo entender que he remontado el vuelo, que el huracán ya solo es viento y mi corazón está lleno.
Lleno de ti
de lo que me das sin quitarme nada, ni siquiera el
sueño.
Porque ya duermo. Ya puedo dormir.
Me enamoraré cuando ya no estés y tu cara y tu cuerpo se diluyan en mi memoria con el tiempo. Lo haré de alguien que se parecerá a ti. Le pondré ganas, entusiasmo y un mote que solo utilizaré cuando descanse sobre mi pecho después de tener sexo.
Haré todo eso y utilizaré las herramientas que me hayas dejado al marcharte para ello. Me enamoraré cuando me dejes hacerlo.
Y un día alguien pronunciará tu nombre y se me pondrá la sonrisa tonta y el humor contento. Sentiré el dorso de tu mano rozarme por completo y el vacío que antes era tu puesto cobrará forma, nombre y apellidos justo delante de mi.
Te veré no estar.
Dolerá no poder no hacerlo.
Me joderá por dentro.
Me enamoraré mientras viva porque después,
después
no podré hacerlo.