Tengo más tiento que capacidad, más valor que elegancia en mi forma de actuar. En mi filosofía: No hay nada que un paseo no pueda arreglar.
Y es que está todo en nuestra cabeza, la discusión, el acuerdo, la muerte y la fascinación, las ganas de triunfar, el desaliento del que comprende que no hay meta final, que corre por correr, como pollo sin cabeza, hasta que un muro bien grande lo haga parar.
Soy tan peligroso como el que más, para mi mismo y para los demás. No atino a la primera ni a la segunda ni a la duodécima. Por qué demonios iba yo a querer terminar cuando puedo pasarme el resto de mi vida acomodado en el verbo intentar, con sus reposabrazos de terciopelo y ese azul del color del mar.
Puedo oler la libertad, desgranar el tiempo, volverla a cagar. Soy más que capaz. Mi habilidad no conoce parangón, mi insistencia más afilada que la espada con la que se mataron dragones durante eones de fuego y escamas. Se me caen los calzones, reaparecen las ganas materializándose en el alfeizar de mi ventana. La he vuelto a cagar, ésta vez en el mejor momento, al final.
Soy un proverbio por el que da pereza empezar, soy el punto de inflexión tras el cual jamás volverá a ser igual. Soy el agua bendita y el cenicero maldito, soy el bien y el mal. Soy el recipiente dérmico y calcificado con nombre propio del lugar. Soy el abecedario empezando por la letra A y terminando por Zopenco. Bastante es, joder, como para pedir más.
Soy el sin sentido de un texto que pelea consigo mismo por dejar algo claro, por constatar, por hacer ver que si se lee de verdad se puede llegar a entender, que de verdad, siempre la puedes volver a cagar.
Es un error pensar e ir más allá, pensar que el error solo son los demás. Tan elegante como Batman, tan chiste como Abe Simpson en su momento final, tan error como el lector que se equivoca, con o sin su boca.
Es el momento de decir adiós y hoy lo hago corto, por si me equivoco, por si tropiezo, por si fallo, por si se me da peor de lo que espero, por si nadie queda contento, por si son pocos los que quedan y contento ninguno, por si, otra vez, la vuelvo a cagar.